AUTOR: Regina Valdés Bowen
Profesora Instituto de Estética
Pontificia Universidad Católica de Chile
Este ensayo me pareció tan profundamente veraz y cercano a lo que en esencia es la poesìa mìstica bajo una voz femenina , que lo comparto agradecida porque haya llegado a mis manos, con Uds.
Mi aporte a este seminario tiene por objeto trasladar el tema de la literatura y la fe a un aquí y ahora, y presentarles una muestra de la poesía mística que me ha tocado conocer a través de mi trabajo con la estética en Chile. Me referiré a poemas escritos por Marisol Carrasco e Irma Bettancourt, mujeres laicas, ambas ganadoras del concurso de poesía mística organizado por la Facultad de Letras el año pasado y a la creación poética inédita de una monja contemplativa, la hermana Cristina, recogida durante una investigación realizada también bajo el auspicio de esta Facultad. El material a disposición no es exhaustivo y, por lo tanto, las reflexiones que él me suscita pueden ser modificadas con el tiempo. Mi intención es dar a conocer lo que se escribe hoy por estas tierras y cómo pesa la experiencia del encuentro con el misterio divino en el alma de dos mujeres laicas y una religiosa carmelita. Como la poesía se mueve sin esfuerzo sobre un mar infinito que la razón pretende hacer finito, me permitirán ustedes que cite una pequeña muestra de sus obras, para dejar a sus creadoras con el uso de la palabra.
La poesía es arte de soliloquio. Es el encuentro sensible del yo con el mundo, articulado desde una profundidad consciente, perceptiva y alerta, que atiende a los rumores del existir. En la soledad silenciosa del poeta se plasman, en imágenes y ritmos, las vislumbres de esencialidad de los seres y sus circunstancias. Esta quietud contemplativa genera múltiples voces de comunicación, recurriendo a gran diversidad de formas. La poesía mística participa del mismo oficio, mas esta poesía tiene la característica de no estar sumida en la soledad de la existencia, sino se expresa dialogando con un Tú superior que acoge las incertidumbres y certezas que claman por su encuentro.
En los poemarios que tratamos, la matriz predominante es la del encuentro y desencuentro. Observamos una oscilación entre luz y oscuridad. Por decirlo, mística o litúrgicamente, es una situación de Adviento. Cristo es el bien deseado, se anuncia, llega, y, como en Navidad, es acunado en nuestra alma. Sin embargo, esta captura no es permanente. Existen los momentos de vacío, Dios desaparece, se esconde y nos deja en la intemperie de la vida. Cuando nuevamente aflora su presencia, se produce el alumbramiento que describe el poema «Adviento» de Marisol Carrasco:
En el bello andamio de tus Ojos
Me trepé yo hace largo tiempo
Cascadas rosáceas me brotaron de prisa
Y bañaron los olivos de los inviernos idos.
Adviento es para mí que estoy de vuelta
Adviento para mí que he renacido
Y de entre escombros torcidos y húmedos
Tu mirada azul me ha redimido
Esta poeta se define a sí misma como tejida de estambres en el telar universal, situada en medio de los avatares de este mundo. La urdimbre vegetal de su textura da una impronta a su poesía que, igualmente al advenimiento de la Sigue leyendo →
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