Delmira Agustini, poeta uruguaya (1886 – 1914) que abrió las puertas de la poesía erótica en su más refinada linea. Ruben Darío, quién la admiraba escribió «De todas cuantas mujeres hoy escriben en verso ninguna ha impresionado mi ánimo como Delmira Agunstini, por su alma sin velos y su corazón de flor. A veces rosa por lo sonrosado, á veces lirio por lo blanco.
Y es la primera vez en que en lengua castellana aparece un alma femenina en el orgullo de la verdad de su inocencia y de su amor, á no ser Santa Teresa en su exaltación divina. Si esta niña bella continúa en la lírica revelación de su espíritu como hasta ahora, va á asombrar á nuestro mundo de lengua spañola. Sinceridad, encanto y fantasía, he allí las cualidades de esta deliciosa musa. Cambiando la frase de Shakespeare, podría decirse « that is a woman », pues por ser mujer, dice cosas exquisitas que nunca se han dicho. Sean con ella la gloria, el amor y la felicidad. «
Este comentario se uso como prologo para uno de sus libros, «Los Calices Vacíos»
Es una de mi poetisas preferidas, de todas cuantas he leído (que no han sido pocas) y siempre buscando esa voz femenina que despierte mi sueño, ha sido ella quién logre despertarme. Les regalo un Soneto y un poema en verso libre, que mantiene la rima, como es característica de su poesía.
AMOR
Lo soñé impetuoso, formidable y ardiente;
hablaba el impreciso lenguaje del torrente;
era un mar desbordado de locura y de fuego,
rodando por la vida como un eterno riego.
Luego soñélo triste, como un gran sol poniente
que dobla ante la noche la cabeza de fuego;
después rió, y en su boca tan tierna como un ruego,
soñaba sus cristales el alma de la fuente.
Y hoy sueño que es vibrante y suave y riente y triste,
que todas las tinieblas y todo el iris viste,
que, frágil como un ídolo y eterno como Dios,
sobre la vida toda su majestad levanta:
y el beso cae ardiendo a perfumar su planta
en una flor de fuego deshojada por dos….
CEGUERA
Me abismo en una rara ceguera luminosa,
un astro, casi un alma, me ha velado la Vida.
¿Se ha prendido en mí como brillante mariposa,
o en su disco de luz he quedado prendida?
No sé…
Rara ceguera que me borras el mundo,
estrella, casi alma, con que asciendo o me hundo.
¡Dame tu luz y vélame eternamente el mundo!
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