Krishnamurti.

Estas últimas semanas he estado sumida en los intestinos del mundo y paseándome por las laderas del cielo, (¿cómo es posible esto?, pues se da a diario pero no lo notamos), el mundo nos traga con su hocico voraz, pero curiosamente y tal vez por respeto a nuestra parte divina, es capaz de dejarnos la cabeza afuera de sus fauces para que, si hacemos un esfuerzo, nos demos cuenta que estamos siendo devorados. Es como el animal que en un principio sólo muerde a su presa para que pueda tener tiempo de escapar o al menos, reconciliarse con su propia historia antes de entregarse a su muerte.

Ya hace dos semanas que llegué de mi raro viaje a Perú. Y sin embargo, todo sigue girando. Abriéndose. Mostrándose. Entregándome más y más.

 Comparto con ustedes un extracto de uno de mis filósofos preferidos, tal vez su lectura los entusiasma para terminan este verano (los Chilenos) o las tarde de invierno en el viejo continente, con un buen material de lectura.

J. Krishnamurti

Brockwood Park, Septiembre 14, 1973

La meditación.

El otro día, volviendo de un largo paseo en medio de campos y árboles, pasamos por el bosquecillo[1] que está cerca de la gran casa blanca. Al trasponer la escalerilla y penetrar en la arboleda, uno percibió instantáneamente un sentimiento inmenso de paz y quietud. Nada se movía. Parecía un sacrilegio atravesar el bosquecillo, hollar el suelo; resultaba profano el hablar, incluso el respirar. Las Sigue leyendo

Krishnamurti

Siguiendo el camino con Krishnamurti

Siempre que ando un poco perdida, perdida en el mundo o de mi misma, me gusta leer a Krishnamurti, me ayuda a pensar y luego a dejar pensar, para SER  y magicamente, todo se torna más claro.
Comparto con uds un ensayo de su vida que me gustó mucho.

Recalco dos párrafos que sintetizan parte importante de su ideología. 

«Cada quien debe encontrar, la luz dentro de sí mismo, de ningún modo sustentado en maestros, gurús o presuntos iluminados que esclavicen a sus adeptos y seguidores

«No hay según él, diferencia entre el observador y lo observado: somos el día y la noche, cuando percibimos su frescura y oscuridad y cuando dormimos, también somos la negrura de sus sombras; somos el mundo, cuando lo miramos: el ojo y el paisaje al que éste admira. Somos el pecado y la virtud»

Escrito por: Carlos Filiberto Cuellar

La Libertad Primera y Última de Jiddu Krishnamurti representó un gran reto para mí. Me costó mucho trabajo leerlo, pese a la sencillez excesiva y descomunal con que está redactado. Cosa que desde el inicio, pone a prueba los esquemas mentales de cualquier lector o escucha del sabio hindú. ¿Cómo es que un libro paradójicamente sencillo en su escritura, modesto en la construcción de sus frases y párrafos, y que por otro lado predica la simplicidad, la humildad y la libertad interiores, resulta tan difícil de ser comprendido y más aún, de ser practicadas sus enseñanzas? Probablemente se cumple con la lectura del mismo, algo que advierte Krishnamurti en esta y otras obras a cada paso: “La sencillez es lo más difícil de conseguir”. Es precisamente el meollo de todo este asunto.

Hubo dos intentos fallidos por leerlo. El primero fue en 1994, cuando contaba 17 años  y participaba en un taller sobre Interpretación de Sueños en la universidad ITESO. Un prestigioso psicoanalista se escandalizó al descubrirme leyéndolo en el pasillo de aquella escuela. Me dijo en tono sobreactuado que mi vida y mi alma peligraban ante semejante lectura. El incuestionable aunque histriónico freudiano me advirtió  que ese libro, junto con todas las obras de Erich Fromm y Jean Paul Sartre, eran los causantes de los suicidios de muchos jóvenes en Europa y Sigue leyendo

Krishnamurti, contemplación

A raíz de unas reflexiones que nacieron en el estupendo blog de Aquileana quise subir algo de uno de mis pensadores preferidos, Krishnamurti. Acá se toca el tema de la atención y el instante presente, de la contemplación y lo contemplado.

«La atención se despliega como un estar-en-el-mundo-en-el-instante, la presencia a lo que es, sin pantallas y sin máscaras. Lugar de un escuchar infinito donde el mundo no se repite jamás, donde «el pensamiento más profundo ama la vida más viviente».

Acogida plenamente sensible de lo que nos rodea, contemplación y compasión, la atención es al mismo tiempo – en el mismo flujo – investigación apasionada de sí mismo. Y por esto, el espacio de una libertad posible. En efecto, es por el contraste con la atención que se descubre nuestro apego a las interferencias del ego. Ver, en el mejor sentido de la palabra, es liberarse de ello. Este ver pone en juego una acción que ya no se fundamenta en la sola punzante repetición del pensamiento. Esta manera soberana de ir en cada instante a lo más verdadero, no exige – paradójicamente – ni esfuerzo ni voluntad. Ello se cumple de hecho en el olvido del yo, «en el olvido de las palabras». Es a la concentración – percibida aquí como el estrechamiento del campo de la consciencia con fines egocéntricos – lo que el diseño libre es al diseño impuesto:

«Cuando pones realmente atención, no hay una acción fundamentada en la memoria. En cambio, si te concentras, tú haces un esfuerzo, actuando siempre a partir de la memoria, como un tocadiscos repetitivo»

Donde la concentración cierra, la atención abre. La una empobrece, la otra acrecienta. La una quiere Sigue leyendo