Quisiera, que las palabras fueran livianas para que no cortaran con su filo el firmamento…, las formas etéreas, para sostener su luz entre mis manos. Quisiera ser en los abismos de mi tacto, en el latido de una boca de mil años, en los infinitos trazos de algún cielo plagado de hoyos negros.
¡Como quisiera ser la llama que arde en el ceno de alguna matriz milenaria!, en el origen, en los puntos que marcan cada nuevo comienzo.
En el último retorno. En el primero.
Quisiera amarrarme a los segundos de un tiempo que no existe, en la necesidad que crea el universo, en la NECESIDAD de Dios , en esta necesidad de Dios de ser en TODO, como és la del Todo, de ser en la caricia de su mano.
Quisiera, quisiera…, dejar de ser humana para no tener límites.