Mi encuentro con el ZEN.
No importa mi historia, es eso, historia, poco importa lo que he transitado ya que también es sólo eso, un tránsito por los eventos sin dejar que te aprisionen. Lo único importante es mi presente y tantas cosas están aconteciendo asombrosa y hondamente en él.
Una de ellas ha sido descubrir el ZEN y es todo un hallazgo. ¿por qué?, porque al deslizarme en uno de sus brazos, ese TODO tan ansiado, se ha acercado un poco más a mí.
No sé realmente qué me llevó a buscar un lugar donde meditaran bajo la corriente ZEN, no sabía nada de ellos y tampoco me importaba saber, ya no busco, sólo dejo que los eventos lleguen a mi o ese impulso que late en mi interior y nunca se equivoca, me indique o lleve al siguiente paso.
En fin, ahí estaba, tocando el timbre de una casa en Ñuñoa para ir a mi primera meditación ZEN. De la forma, sólo compartir que son un grupo de personas en apariencia, sin ambiciones ni pretensiones egoístas o ambiciosas, con poco ego. Gente simple y cotidiana, como yo, de corazones amplios y miradas limpias, de esas en las que puedes adentrarte en su hondura sin dificultad, gente fuera de la forma. Nadie te cobra, nadie te pide nada, nadie se abraza y baila, solo comparten la pieza magistral de una gran partitura.
¿Cómo ocurre?
Llegamos contentos, al menos para mí es un día especial y llego contenta. Nos saludamos en equilibrada camaradería, acomodamos Sigue leyendo