Reflexiones y la singularidad.
Después de tanto caminar, de tanto desandar una y otra vez el y los caminos que se han abierto durante mi vida, por supuesto precipitando esa apertura las tantas preguntas que han pululado por mi mente. Después de tanto desandar este camino, sin jamás caer en el fanatismo, aún cuando a veces mi vida ha colgado del delgado hilo que sujeta la razón con la comprensión, comprendo. No digo entiendo, si no que comprendo esta velada apariencia de lo real, tan aparente como nuestro silencio nos permita apreciar.
Ya no es posible convencer o siquiera mostrar a otros lo que hemos o he llegado a atisbar. Lamentablemente, ya cada uno tomó su propia rienda. Miro a mi alrededor, los miro con amor y veo en cada alma que me rodea sus propias creencias y apegos, sus propias vestiduras de una espiritualidad, o mejor aún, de un logro espiritual. De una búsqueda por la verdad tan singular, tan única que es casi sorprendente. Unos más cerca, otros tan lejos…, tan ciegos, tan aferrados, como si fuera cualquiera tabla a la que estén asidos, la última tabla que los salvará de la lúgubre cárcel de la que se anhela salir, una tabla donde puedan descansar sus creencias. ¿Será la promesa de una ascensión?, un grupo que te llevará a un plano donde todo es mejor?, ¿escapar de un hiperreal o una tierra holográfica?, la esclavitud en la que nos tiene sometido el NOM, o la última, “los perversos judíos” dueños del mundo, donde nos tienen dominado y todo este sistema está podrido?, la verdad, es que nada importa salvo comprender que no existe una verdad, sino miles de pequeños trozos de ella. Es una verdad que está disgregada en delgados senderos que tienen el único propósito de abarcarlo todo.
Un camino pleno de senderos fractales que se abren para decirnos, ¡¡No te detengas, todavía hay más!!, tanto más, que podrías llegar a desaparecer en ello. Donde nada es y a la vez todo es un poco de todo.
Nada es total, ni la geometría sagrada manifestándose en todas sus formas, ni la singular flor de la vida, o el promisorio merkaba dejan de ser más que una forma, nada escapa a ello. Tampoco el preciado y hermético despertar de la pineal, o, el nefasto cubo que nos mantiene prisioneros. No, nada de eso realmente importa. Tampoco esa verdad o “protección” llegará de la mano de maestros ascendidos, ni rayos multicolores, o de plegarias o rituales a una luna que nos mira indiferente porque está luchando por su propia singularidad.
Nada sirve salvo salirse de todo, soltar todo, dejar de ser en toda forma o creencia para fundirse en el etéreo silencio, en el profundo vacío, corazón de un Dios sin forma y a la vez, tan vivo y manifiesto.
Sí, es verdad, me paseo en pensamientos que tal vez pocos comprendan. Cómo hacerlo?
Tal vez, también podrían decirme detente, no busques más si todo están en ti (…lo sé), pero aún ahí, no puedo detenerme, sólo salirme y eso implica movimiento, pero detenerme, jamás!. Ante esa pregunta o cualquier otra frase sanadora, sólo podría hacer una cosa. Mirar con amor, sonreír y contestar sin palabras, “JAMÁS LO ENTENDERÍAS”.
Cómo comprender lo que siente un ave cuando surca la espesura del mar?, ¿cómo comprender al árbol mientras soporta la fiereza del viento o la desnudez de su cuerpo en cada frío invierno por el sólo placer de tocar el sol con sólo una de sus hojas en algún singular y soleado amanecer? Cómo entender el vacío cuando se vive ambicionando y deseando TODO?
La verdad ha llegado a ser, según compruebo día a día, un delgado camino que vamos desandando segundo a segundo. Un camino que mientras se desanda podemos oler miles de distintas flores, siendo una tan diferente a la otra, tan única, tan ilusoria. Cómo es esto?. Cada una de esas flores está hecha de los mismos átomos que el musgo que crece en el fango y sólo la apariencia nos mantiene engañados.
Si logramos percibir sólo en ese otro nuestra propia y singular esencia, nuestra propia y singular grandeza ya no habrá misterio más que lo quede por venir cuando se camina en la nada.