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Me provocas

 Me provoca tu beso
y el grueso de tus labios.
Me provoca tu sonrisa,
y esa mirada infinita
que se escapa de tus ojos,
al solo imaginarlos.
Me provocan tu boca
haciendo piruetas en mi vientre,
y tus dedos suaves
bordándome lirios en la espalda.

Me provoca tu pecho ¡todo entero
derramándose en el mío!,
tu vejez exquisita plena
de experiencia
silenciando mi palabra.

Me provoca tu delirio y tu silencio,
tus manos, todas ellas me provocan
¡no sabes cuanto!

Ay cariño, si todo tú…,
toda entera me provocas,
tanto…, que haces
desbordar mi alma
de tanto provocarme.

 

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Tertulia con mis muertos

Me gusta cuando estamos tu y yo,
calzando minutos en el tiempo,
clavando las palabras en un papel sin nombre.

Daré inicio a la tertulia, mis muertos ya no callan, preguntan por los desacuerdos, del tiempo, de la poesía que quiere emanciparse en mis dedos, del amor. Me cuentan que mueren más mujeres cada día por una violencia que no tiene freno, del dolor de los jovenes, esos que son pobres y no pueden escaparse de la garra hambrienta que los aníquila. Pero bueno, iniciemos la tertulia antes que el café se enfrié, invite a mi amiga Socorro, ¿no hay drama verdad?…, mmm, lo sabía, siempre ustedes complacientes conmigo.

Les cuento, la vida continúa, yo caminando con Uds. a cuestas, con la búsqueda aún como compañera, con el amor latiéndome en el pecho como si fuera un potro sin doma, sin jinete que me haga honra, sin prado que me ayude en el verso, sin hombre infinito.
Sigo con los ojos fuertes y el vientre vivo, con la claridad amplia, así como de luna, brillante y clara…, así, así, así…, como si estuviera yo sola y el universo en escucha, quieto como sombra.
Sigo mi camino sola, sola en existencia, a mi lado, tengo a muchos  en mi grupa, pero a mi alma, a esa nadie la hace honra, nadie puede alcanzarme en este peregrino camino, en esta búsqueda, en esta claridad que me va dejando el tiempo mudo, no llega el que debe, no avanza el que puede. ¿que dices madre?, ahh la maternidad…, trato mamá, trato, estoy en eso, gracias a Dios, ellos ya están con alas y en práctica, aprendiendo del día a día, renaciendo en cada mañana, estan hermosos, sanos y fuertes, mis hombres…, así los llamo, mis hombres…
Las cofradías, ayyy Miguel Ángel, tu mejor que nadie debería saberlo, las dejé en sueño cuando comprendí que era momento de dejar la túnica amarilla, los rituales y las velas en descanso, para vivirme en toda mi profundidad, sin que me distraigan las voces de otros, también creo que era el momento para los otros…, los más nuevos, los jóvenes, los que están partiendo. ¿Yo?, ya lo anduve todo, lo viví ¡todo!, ahora debo desandar mi camino en silencio, hundiéndome en los abismos que unen caminos, de esos que sólo algunos se atreven. Tu no tuviste la fuerza, creo que te odio por eso.
En fin, así esta la vida mis queridos muertos, los sufrientes siguen sufriendo, los déspotas, ¡peor que nunca!!, los gobiernos pudriéndose, los políticos hinchándose los bolsillos, los poetas ideando nuevas tendencias, los ricos más ricos, los pobres, ¡más pobres que todavía!, y nosotros…, ahí, viviendo hasta … ¿quién sabe cuando?, nadie muere en la vispera, sino, preguntenle a Uds. ¿verdad?

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Entre el cielo y la tierra

(de mi libro «Entre el cielo y la tierra»)

Entre el cielo y la tierra

Entre el cielo y la tierra,
estoy yo, sumida en un silencio
vasto e insondable, como un océano perdido,
quieto como una sombra de ángel,
eterno, como Dios.
Y todo parece irreal, las formas se dilatan
hasta rasguñar el cielo,
los ojos, desaparecen según su esencia,
eternizándose o muriendo en una velada quietud.
La naturaleza toda se engulle así misma
brotando y resurgiendo pletórica en cada suspiro.

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LITERATURA INDU

DESEO ( TAGORE) «Deseo decirte las palabras más profundas, pero no me atrevo, pues temo tu burla.
Por ello me río de mi mismo y transformo en bromas mi secreto.
Me burlo de mi dolor, para que no te burles tú.
Deseo decirte las palabras más sinceras, pero no me atrevo, pues temo que no me creas.
Por ello las disfrazo de mentiras y digo lo contrario de lo que pienso.
Me esfuerzo en que mi dolor parezca absurdo para que no te lo parezca a ti.
Deseo decirte las palabras más valiosas, pero no me atrevo, pues temo no ser Sigue leyendo

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Sería maravilloso

Sería fantástico si de pronto olvidara como me llamo, o como camino por las enrejadas mañanas de invierno, olvidar el verde de los campos estivales, de aquellas noches refulgentes de estrellas, del olor a café, a mango recién cortado, el olor a la tierra cuando los campos están recién regados, al verde profundo de las hojas en brote. Sería grandioso olvidar a mis muertos, también a los vivos para así no tener apegos, ni lagrimas, tampoco risa…, ser como el aire, sin raíces ni cimientos.Sería grandioso pararme en las esquinas de una vida cualquiera y oler sus días, amasar sus tristezas hasta convertirlas en pan fresco, peinar mi pelo con rebeldía, mojar mis pies en las orillas de un río limpio, atestado de piedras parlanchinas, esas que brotan en ríos sin nombre. Caminar descalza por la tierra en siembra, tenderme en el pasto y ser festín de chinitas y hormigas en letargo.
Sería perfecto olvidar como beso, mi tacto y mi rostro, olvidar que existo, que he existido tanto, que existiré tanto más. Vestirme con paños de colores de esos que no hacen tanto daño, jamás con seda, nunca con pieles. Abrigarme sólo de besos cuando estoy enamorada y de lagrimas amarillas cuando tengo pena, me gustaría olvidar las palabras, lo que pienso y los ojos de los que amo, sería perfecto no saber de donde provengo, ser etérea y sutil, tanto que pueda estar en todo, hasta no ser nada.

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Jean Klein

Jean Klein 
Me gusta, no, esa no es la palabra, me encanto de mi misma y de lo que me hizo llegar a un cierto hombre, a una cierta mente…, esos hombres o cuyos trabajos me acercan un poco más a Dios, que no es menos que yo misma y todo lo que me rodea. Por eso comparto con Uds. algo de su pensamiento.
Las enseñanzas de Jean Klein emanan de una penetración profunda en la naturaleza de ser y de la existencia. Es considerado como uno de los profesores más grandes del Advaita del siglo XX y ciertamente el más grande del hemisferio occidental.
«La cuestión «¿Quién soy yo?» aparece tan a menudo en nuestra vida y, sin embargo, nos apartamos de ella. Hay muchos momentos en que nos sentimos incitados a pregun-tar: «¿Qué es la vida?, ¿Quién soy yo?». Tal vez hemos sentido, desde la niñez, una va-ga nostalgia de algo «más», un anhelo divino. Tal vez sentimos que la verdadera razón de nuestro nacimiento se nos escapa, nos pasa de largo. Posiblemente nos hayamos lle-gado a aburrir con todas las’ formas que hemos utilizado para tratar de dar un significa-do a nuestra existencia: la acumulación de aprendizaje, experiencias y riqueza, búsque-das religiosas, asuntos compulsivos, drogas y demás. O quizás nos estemos enfrentando a una crisis en la que ya no nos sentimos capaces de controlar la situación. Tal vez, sen-cillamente, nos aterre la muerte. Todos estos acontecimientos son oportunidades que no deben desaprovecharse. Vienen de la misma vida, invitándonos a que miremos, porque la vida sabe que, cuando realmente la vemos, no podemos evitar admirarla…
¿Por qué evitamos la llamada a investigar? ¿Por qué evitamos descubrir lo que so-mos? En gran parte porque existe el profundo sentimiento de que investigar seriamente significa la muerte de algo a lo que nos aferramos, algo que es la idea que tenemos de nosotros mismos, la personalidad, el ego y todo cuanto le acompaña. Pero también vaci-lamos porque, en realidad, no sabemos cómo hacer la pregunta, la sentimos ahí pero no podemos abordarla, la sentimos demasiado grande para nosotros, sentimos temor ante ella. Lo asombroso de ello es que tanto una como la otra excusa pertenecen a nuestra sabiduría inherente, proceden de la respuesta misma. Prueban que ya sabemos más de lo que pensamos.»
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Desvaríos

No se nada, salvo que respiro y mi mente corre por senderos que me cuesta reconocer, caminos donde todo desaparece, donde la existencia se une toda en un presente, donde no existe el futuro ni el pasado, los seres humanos se tornan incorpóreos, casi transparentes, no los alcanzo, ni quiero.

Las palabras…, van ardiendo en mi vientre,
ahí las acuno y embriago con mi deseo,
las aquieto con el amor que muerde las letras,
las siembro en una tierra que orilla mi calma,
les doy vida con mi humanidad, que no es menor,
por Dios, que no es menor y por fin desaparezco en todo.

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Desvaríos

Sólo desvaríos

El día parecía hermoso, el verde de los prados abrigaba mis pies, el café de la tierra se habría a mis manos y el silencio acuchillaba las esquinas de las calles, luego el peso de unos ojos se cayo en mi faz rasgando mi cuerpo, desgranando mis dedos y como lirios rotos cayeron en inmensa mesura sobre abismos de piedra. Y dejóme ahí… tan quieta, casi ausente, casi muerta.

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A pesar del mundo

Hoy y a pesar del mundo, estoy completa,
tan intacta que parezco cumbre,
tan inmensa que nadie me llega.
He recorrido durante la noche bastos océanos,
surcado cielos, navegado a través de mi sueño
y de mis mundos todos.
He llegado hasta el mismo silencio,
donde todo muere,
donde la nada se convierte en un vació insondable
y profundo, donde cabe todo y al mismo tiempo
deja de existir como era,
como lo sabemos, como se supone existe.
Hoy, a pesar del mundo me siento en mi existencia toda
y te veo, claro como un farol en la oscuridad del océano

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A veces…,

A veces…, Me invade una rara sensación, de esas que continuamente me invaden, de esas que se respiran pero no se hablan, eso me ocurre cuando me encuentro en las cosas que toco, cuando me hurgo y renazco en lo que no tiene forma.

Cuando me encuentro en aquello que no es tocable ni vivible, como si fuera deslizandome por el gemido de una pluma mientras caé de algún lugar sin forma, suave e inaudible.  

Y es ahí cuando…, desaparezco, y me presiento viva, más viva que la palabra y más, mucho más que el tacto, más que yo misma, más que aquello que me contiene, más que lo que nadie puede comprender. Estoy tan viva que muero a todo.