El perfume


opio aceite.

Solía comprarme o pedir que me regalaran perfumes, ¿cuáles?, variaban, dependiendo de la época, los procesos en que estaba, la ocasión. Fueron muchos, nunca florales, siempre amaderados.

Hace muchísimos años, en un viaje a Dubai me compré un pequeño frasco que decía “Opium”, me encantó, vidrio transparente, tapa negra y casi del mismo tamaño del frasco, unas pequeñas líneas doradas. Lo cuidé y mimé hasta que lamentablemente se acabó,  nunca pude encontrarlo  nuevamente, no ese.

El año pasado en India me llamó la atención las tantas tiendas; pequeñas y grandes, antiguas, modernas, atiborradas y sobrias, había para todos los gustos. Vendían aceites, perfumes, inciensos, todo aquello que deleitara el olfato. Pensé que tal vez era el momento preciso  para retomar mi búsqueda. Pregunté en cada ciudad que pasaba y por cada pequeña tienda de aceites o perfumes que se cruzaba en mi camino;  “tiene perfume o aceite esencial de opio?”.  Olí muchas variedades, abrían frascos pequeños, medianos, viejos y brillantes, pero ninguno de los aromas que volaban por el aire me tocaba el corazón, bueno, hasta que uno lo hizo.

Era una pequeña tienda casi escondida en un viejo callejón de Udaipur. La gente pululaba en un caos continuo, como en apariencia es India, los olores de los carros y tiendas de comidas trataban de tragarse todos los otros aromas que salían por ventanas, puertas y aparadores, pero no lo lograban.  Una vaca masticaba impertérrita un diario viejo que seguramente tenía restos de comida, la observé con pena, pero no quería distraerme, sin perder un minuto más, entré.

Una vez hecha la solicitud a un hombre de rostro amable pero de pocas sonrisas, con una tez casi azulada,  ojos cafés como las castañas maduras,  y la esclerótica tan amarilla como podría ser un melocotón a punto de podrirse  escuchó mi requerimiento y sin perder tiempo comenzó a buscar en su interminable estante atiborrado de frascos, me puso seis en el mostrador, comencé a olerlos de a uno, con ceremonia y esperanza.  Cada vez que pasaba a otro, olía unos granos de café, cuando estaba por perder la esperanza, lo tomé. Era pequeño, casi insignificante, cerré los ojos e inhalé con fuerza, con intensidad, sé que no se debe pero quería meterlo dentro de mi sangre, y lo hizo. Ahí una vez más despertó algo,  ¿recuerdos, añoranzas?, no tengo idea, pero fue tan intenso. Era como si al oler ese pequeño frasco repleto de un aroma intenso y extraño me fuera a un lugar, un tiempo un estado que no logro precisar pero despierta sentimientos de tanta profundidad y calidez en mi, diría que es una añoranza. Un estado del cual no quisiera salir, es como si ahí estuviera en casa.  Una que amé.

Ha pasado un año y lamento tanto no haber comprado más. Quedan apenas unas gotas, ya no lo uso,  lo guardo como mi tesoro escondido y sólo cuando me siento rara, triste o perdida, sin que nadie me vea, quito la tapa y pongo el pequeño envase de vidrio amarillento sobre mis labios. Inhalo,  cierro los ojos, y el viaje comienza, ¿a dónde voy?, creo que a casa, por ahora sólo me conformo con visitarla al cerrar los ojos.

10 pensamientos en “El perfume

  1. Aromas o perfumes que el alma recuerda como si hubiese quedado tallado en una dura piedra por los siglos de los siglos, mi hiciste recordar perfumes o aromas de mi infancia que nunca serán borrados…
    Gracias por tus letras…
    Carlos

    • Mi querido amigo, te envío desde este lado de la cordillera, el aroma que entrega una primavera fresca, con aromos floridos, un río claro y caudaloso y por supuesto, rosas, sí, muchas rosas. Un abrazo para ti.

  2. Los aromas me parecen una de las más faciles maneras de transportarse en el tiempo.
    Nuestros pensamientos son el reflejo de lo que los sentidos le han aportado, aislados o en conjunto siempre están trayendo sensaciones y memorias de nuestro corto andar.
    Un cordial saludo.

  3. Brujita querida, me encanto tu relato;me imagine acompanandote en ese maravilloso viaje, oliendolo todo y sintiendo dentro de mi los olores antiguos, como por ejemplo el olor de mi abuelo, que era muy especial. Creo que todos tenemos olores guardados en nuestra memoria escondida, quizas de hace cuantos anos, o de otras vidas. Gracias, mi bruji, te quiero mucho.

  4. Ayer en Dubai,..creo que el aeropuerto no era el lugar para encontrar ese perfume tan especial,…tan especial¡ que hasta temes acabarlo.
    Creo que todos hemos viajado en el tiempo con los aromas,… el tomar un ascensor, y oler lo conocido, el cruzarte con alguien en la calle y brotar de tu mente recuerdos del pasado,…pero sin apegos, …soltando, soltando, soltando.
    Un fuerte abrazo a todos

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