La nueva casa


vista terrazaHace varios meses vendí  mi antigua cabaña en Laguna Verde, ¿Cómo explicar las sensaciones que experimenté después de firmar los papeles, teniendo la certeza que algo ya no te pertenece, que ya no formas partes de esa realidad. Tal vez es parecido a tocar la túnica de la muerte. Te falta un poco  el aire,  nada encaja, ¿que algo se escapa y no lo puedes retener?. Creo que era un poco de todo lo anterior  y la verdad es que no era la casa, era lo vivido en ella. Dejar los árboles con los que entablaste diálogos eternos, el amor por cada flor plantada y lo entrañable que te daban. Ese parloteo incoherente que tienes cada día con todos ellos. Las personas, la familia con la que compartiste…, lo vivido.
Me dirán ¿y para qué la vendiste?, por tener más silencio, menos luces, más de esa mansedumbre que te ofrece la quietud de la nada. Lamentablemente en los últimos años se construyeron casas al otro lado de la quebrada, algunas de ellas llegaron llenas de ruidos, luces, ¡gente!. Algunos seres humanos necesitan traer las ciudades a los lugares donde sólo debería existir el sonido del viento, el canto de los pájaros, el rugido del mar a lo lejos, ya saben…, la naturaleza, la madre hablando en su quieto lenguaje. Así somos los seres humanos, diversos, cada uno con su universo en movimiento.
En fin, con parte de esa plata me compré otro terreno, un poco más solo, un poco más grande, más cerca de los acantilados y más lejos del ruido, y por supuesto, debía tener una casa, y en eso estoy, o estuve… hasta hace unas semanas, la construcción se dio por terminada y ahora ya estoy en mi nueva casa, todavía no camina y apenas balbucea, pero respira…
De madera, obvio, me encanta la madera, la piedra, lo rústico, lo más pegado a la tierra, al lado de mis cinco pinos, (los que me permitieron comprar ese pedazo de tierra). Con el pacífico tronándome en las pupilas, el baile de los arboles susurrándome en el rostro y la nada golpeándome los sueños.

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Pero hablemos de lo vivido. Construir una casa con relativo poco presupuesto y muchas ganas es una hazaña y las hazañas requieren de héroes, en mi caso no soy yo, es toda la gente que se cruzó en mi camino. Los que te ayudan con sanos consejos, “el Chamo”, el  chofer buena onda del camión que te trae la madera cuando el barro deja enterrado hasta los conejos, el caballero que te la vende (don Francisco), siempre dispuesto con buenos consejos, buena voluntad, en fin  hay tantos…,  pero el que lideró mi lista, es sin lugar a dudas mi súper maestro (Augusto Knoll), cómo describirlo, son esas personas “aperradas”, inteligentes, humanas y generosas. Hizo mil cosas que no le correspondían por el simple hecho de ayudar, de hacer que todo funcione, de lograr que la casa, esa casa que existía sólo en un sueño comenzara a respirar. Con sus ojos azules, el cigarro en la mano, , su bolso de cuero colgando en la cintura resbalando clavos y tornillos por cada respiro, las manos cansadas, el frío cortándole el sueño y con la cara llena de aserrín o tierra, ya saben, Laguna Verde se peina los desvelos con ráfagas de viento, y luego, sin más, aparece el sol acariciando manso la tierra y a nosotros, los que amamos este lugar.
Mientras la nueva casa se vestía de hogar, arrendé una cabaña, debía vivir en alguna parte, por lo tanto tomé una que se acercaba a lo que necesitaba, o relativamente…, tenía detalles, detalles que aprendes a no mirarlos, la puerta de calle se hinchaba con cada lluvia dejándome atrapada, con la segunda lluvia aprendí que con unos martillazos por acá y otros por allá, siempre podría salir. Aprendí a improvisar donde guardar la ropa ya que no tenía ningún closet, la cocina no tenía agua caliente, ni muebles etc. etc, pero esos etc se desvanecían cuando pensaba, Dios, que afortunada soy, tengo una cama caliente, un techo que me protege del frío, ¡sale agua del grifo! Hay tantos que no tienen ni siquiera eso y cuando se tiene tanto, olvidamos a los que no tienen nada.
De las muchas cosas buenas de ese hogar temporal, por que sí tenía muchas cosas buenas, era que tenía ¡una vista hermosa!, siii, la mirada se perdía entre mis amados pinos, esos que se resbalan por los cerros de Laguna haciendo que valga la pena pelear por ella. Cuando salía a la terraza los podías oír murmurar, oler (huelen a vida). Podía ver las estrellas palpitando en las noches sin que nada ni nadie interrumpiera ese magno espectáculo cuando la noche estaba abierta. Los pájaros iban cada mañana por su desayuno, sí, tomábamos desayuno juntos, yo disfrutando con una tostada la danza y el canto que me ofrecían, ellos su alpiste y el saberse amados. Pero esa casa además de todo lo anterior, venía con otro regalo, ¡perros!. La tomé justo cuando acababa el verano, o sea, la comida escasea para ellos, se quedan más solos. Podridamente solos, como versa el poema de Becquer, (¡Dios mío, que solos se quedan los muertos!), sí, sé que no es lo mismo, pero la soledad también baila en la fiesta de los perros.
Ellos en sí eran un personaje, como si fueran una mónada, existen los tres en una sola y gran energía, duermen juntos, respetaban sus platos de comida aún teniendo la herencia del hambre, se protegen, acompañan, eran una familia de tres. La más vieja, una pastora alemán que  tiene tumores por todo su cansado cuerpo y de los cuales uno supura constantemente, necesitaba ser atendida, y quien mejor que su amigo, el único macho de la manada. Se echaba varias veces al día a su lado y comenzaba a lamer sus heridas con dedicación, sin recibir nada, sin esperar nada, sólo porque sabía que gracias a él esas heridas no se infectan. Algo que los humanos en general no hacemos, dar sin esperar nada. Ese era el que más me gustaba, el macho, ¿tal vez por lo esquivo? Creo que era una mezcla de zorro, siempre buscando guaridas donde acurrucarse.
Cuando salíamos a caminar disfrutaba observarlo, su cola se movía como la copa de un árbol, emitiendo destellos de color dorado y negro, los largos pelos parecían abrirse como un paragua que quiere abarcar o tocar ese todo casi imperceptible, casi invisible que une una cosa con la otra, el árbol con la tierra, la piedra con el musgo, la flor con la mirada. Al llegar  a esa casa no me dejaba ni siquiera acercarme, no deja que nadie lo haga en realidad, sin embargo cuando partí, estábamos íntimos, me hablaba con su mirada muda reclamando cariño, rasquidos o alimento, y yo, yo lo dejé que paseara por todos los espacios que su instinto semi salvaje deseaba. La última era otra “ella”, la que tenía la mirada humana, siempre hay uno que la tiene, era la manipuladora y adorable. Ellos fueron mis compañeros, mis guardianes, mi premio durante mi estadía en la “casa azul”.., y creo que yo el de ellos.
Ya en la nueva casa.
Al llegar a la nueva casa me sucedió algo extraño, no me sentía feliz, faltaba algo importante, esencial pero no podía reconocer qué era. Me paseaba, la recorría y trataba de sentir, sentir lo que tenía la otra, la antigua, la que vendí y todavía extraño, esa que respirabas solo al abrir la puerta. Después de algunas noches de observar el cielo, ese que te respira y calienta con su aliento y al cual recurrí para buscar las respuestas, todas ellas están en las estrellas, ya saben, preguntas algo y si la pregunta se hace con el alma pasa una estrella fugaz, diciéndote “¡sí!”, o un “¡vamos, como preguntas eso si es obvio!”, o “más adelante…” o simplemente hay silencio. Ahí lo comprendí todo, no era la casa, las casas son una extensión de ti, ellas son tu espejo, y el mío no estaba reflejándome, por lo tanto comencé la tarea, me abrí a ella, al lugar lo nuevo y me dejé ir, deslizarme y ser. Comencé a fluir con desapego y libertad, sólo fluir con todo, sin resistirme a nada. Ahí pude valorar la tierra que todavía vuela como suspiros quebrados por el aire, el caos de lo no tocado, lo bello de lo que no percibimos en el primer toque, el silencio, mis arboles…, la madera sin barnizar, las paredes sin historia, pero ahora ya está comenzando a caminar. Sé que pronto hablará.
Con la casa terminada, existiendo gracias a mi súper maestro y su mano derecha, “el  Hernán”, (ahora mis amigos), vimos, sin perder el asombro, como de un palo, un singular palo se levantó un sueño, así como se levantan los sueños, con el primer movimiento, el primer pensamiento y la intención, eso que hace que la consciencia se manifieste en una aparente forma y se genere la experiencia de existir, existir en lo que sea, incluso la piedra. Sólo existir.

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En este ahora, este presente, yo también existo de una manera extraña y distinta a cada escena pasada de mi vida, por lo que sólo me dejaré llevar, dejaré que los dedos me reclamen la tinta, el óleo me llame desde el rincón de la caja en la que sueña paisajes etéreos, amaré y acariciaré como siempre a mis plantas, todas ellas, incluso las que bostezan aburridas, las silvestres. Amaré cada día más a mis manos marchitas a las que me rehúso a dar respiro. Celebraré mis logros; el congeniar con las arañas, los dolores de espalda o el de turno, las arrugas de mis ojos. Retomaré las teclas del piano, la masa madre, el pastel de choclo con carne de soya y me dejaré llevar por el silbido del viento mientras mece mi sueño.
Dejemos que el milagro de la tierra en su cambiante movimiento de cada instante nos asombre, no dejemos de asombrarnos, asombrarnos por todo, por los gnomos cuando limpian las bisagras de las puertas de arboles añosos, las ondinas tejiendo enredaderas con el viento. Amemos este universo mientras nos mira con su ojo singular, ese que logramos ver cuando meditamos profundo. El ojo que nos observa, el que observamos…, el que es observado mientras se observa a sí mismo.
Pero por sobre todo, asombrémonos por la danza infinita del cosmos en nosotros, que yo lo haré y también por esta nueva casa mientras comienza a escribir partituras únicas en mi interior, las que son orquestadas por otras manos, y sin embargo son las mías, otro rostro bajo el mío. Con estos arboles en otra tierra, el cosmos en otra dimensión, una tal vez más distante, más vieja, más lejos, más consciente…y sin embargo, la misma que me mira. La misma que observo y vivo. La misma que los está tocando en este instante.

18 pensamientos en “La nueva casa

  1. Gracias por este viaje a la hermosa Laguna Verde, puedo escucharte mientras leo.
    Si todos amaramos como tú amas, a ti misma, a la madre tierra, a los animales, al cosmos… este mundo sería muy distinto.
    Gracias.

    • Querida Renovare, a lo que tú llamas mundo, lo hacemos todos, los buenos, lo no tanto, los que aman, los que no logran amar, los que sufren, los que conocen los estados de felicidad, tú, yo, él, ellos, la gracia, creo, consiste en decidir en que lado de la consciencia quieres experimentar la vida, en la del asombro, el amor y el equilibrio, o en algún otro, por lo tanto, la elección está en tus manos, y creo que lo estas haciendo bien y por lo tanto, mejor. Un abrazo querida.

    • Mi amado Helmuth, que alegría me da verte pasear por estos rincones, alegras mi noche. Un abrazo a mi dulce Daniela y vuestro retoñito, que sin duda será un hermoso faro que alumbre los barcos que seguirán surcando el océano de la vida.

  2. Patricia : comprendo , tu duelo , por lo que dejas atrás . La naturaleza , está instalada en tu SER . Muy pronto lo sentirás. Estoy en la Isla de Mallorca , muy hermosa , diferente a mi Pais URUGUAY rodeada de Ríos, Mares , Océanos, Árboles , Pájaros…
    Después de 12 años …. de exilio , amo este lugar solitario , con Mar Turquesa , muchos árboles …montañas llenas de energía .Se transladó conmigo , todo lo que amé .. Un abrazo .

    • Querida Lily, el duelo ya pasó, ahora estoy como quien se para en nuevo camino, llena de sorpresas, de trabajo, de quietud para siempre actuar con consciencia y no con ego. Me queda mucho trabajo y eso es lo bueno, saber que siempre vendrá un paso más para sorprenderte.
      Uruguay, hermoso país, país de nuestra América tan viva todavía y sí, tienes toda la razón te llevaste lo amado a otro lugar de sueño, me alegra tu alegría y me hace feliz todo lo bello que nos rodea, ese lugar en el que vives, todos los que podré conocer, los que hacen de esta tierra tan única y viva. Gracias por tu paso por estas letras.

  3. Lily Gabriela Pereira Morandi dijo:
    octubre 3, 2017 en 9:43

    Patricia : comprendo , tu duelo , por lo que dejas atrás . La naturaleza , está instalada en tu SER . Muy pronto lo sentirás. Estoy en la Isla de Mallorca , muy hermosa , diferente a mi Pais URUGUAY rodeada de Ríos, Mares , Océanos, Árboles , Pájaros…
    Después de 12 años …. de exilio , amo este lugar solitario , con Mar Turquesa , muchos árboles …montañas llenas de energía .Se transladó conmigo , todo lo que amé .. Un abrazo .

  4. Una vez mas quedo maravillado con su narrativa. Nos sitúa en el ápice de sus vivencias, en la cúspide de sus deseos y en los desvarios de lo que atrás deja y se vuelve en tan solo un preámbulo de lo que viene y de lo que sera’ . Leer sus momentos es fraguar en la imaginación el entorno, es husmear entre los arboles y regocijarse del bisbiseo del viento, de la carcajada que inicia al desplegar el sol y adormecerse cuando el ocaso llega.Es increíble como plasma la intensidad de sus emociones en tan solo unas lineas que se recrean en el paisaje de su adorada laguna. Respeto su forma de venerar la tierra, la que tanto nos da y a la que tanto le debemos. Mi mayor admiración y respeto, continúe deleitándonos con su rica exquisitez en torno al idioma de Cervantes. su mas humilde admirador y enamorado de la vida, Edgar Landa Hernandez.

  5. Mi estimado Edgar, ¡que luz aportas a mi instante!, gracias por estar, por tus comentarios, por sentir mi sentir. Y sigue así, enamorado de la vida que seguro la vida también está enamorado de ti. Espero sigas disfrutando de mis letras ya que con eso tendrán sentido. Si no, para que escribirlas. Un abrazo…

  6. Buen día el 29 de septiembre,..San Miguel¡¡¡ que he dejado caer por tus lares y tu verbo,..como siempre precioso, preciso,..evocando al universo, en cada gota y en cada grano de tierra.
    Ya sabes ,..la sabiduria del silencio interno dice el Tao, aquel en que no hay apegos.
    Un fuerte abrazo,…

  7. La casa que habito no tiene puertas ,ni paredes, no tienes ventanas, ni techo, no tiene tejado ni una chimenea que me reconforte abrazada por el amor hecho persona.
    No lo tiene nada de esto de manera tangible.
    La casa que habito surge cada noche de un sueño, una ilusión ,una creación, con sólo cerrar los ojos.
    Todas las noches camino por el bosque que rodea esta casa y entro en ella,es acogedora, su luz me envuelve y el calor me abraza. Con mis pies oníricos camino y siento la calidez de su suelo de madera, y una semilla de ilusión crece en mi pecho, como la flor en el desierto

  8. Sí, creo que tú eres ese caracol que se resbala por la vida dejando una estela de plata. Sentir todo con asombro, como la madera en la que se deslizan tus pies, los bosques olfateando el aire que respiras, tus dedos creando milagros, esa es la mejor casa querida. Sin duda la mejor casa…

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