La Polilla


Es curioso, hoy, mientras rezaba todo se veía tan claro, y quise ser la llama que arde en la vela en esa quieta mansedumbre, en esa amorosa unión.
Recordé cuando hace unas semanas mientras estaba en la cordillera (en unas termas en el cajón del Maipo) y me cambiaba ropa en un baño, única infraestructura del lugar, me quedé pegada mirando unas polillas, bailaban enceguecidas alrededor de la única ampolleta existente en la punta de esa montaña, había mucho silencio, solo unas pocas personas en las pozas que me miraban a unos metros, de pronto me cuestioné, ¿cómo había llegado una polilla a esa altura?, de que se alimentaba?, como no se moría de frío?. De pronto veo a una que esta tratando de salir del lavamanos que estaba frente a mi, la tomé con cuidado y la deje en la tierra, se sacudió y se fue volando junto a las otras, a bailar alrededor de la luz. No había más existencia para esa polilla que volar alrededor de la luz, no veía toda la inmensidad que estaba a su alrededor, sólo seguía esa luz. Curioso…, me pregunto, ¿así nos perderemos de lo que ocurre en el universo cuando algo nos encandila?

6 pensamientos en “La Polilla

  1. Hey Patricia,pobre polillita,qué perdidita está en esa angosta luz,y qué llena de amor estás tú,eres una de esas reliquias que una se encuentra de tanto en tanto por la vida.Ay,qué morriña malsana de todo lo que vale la pena,seguiré mi camino de luz que espero sea diáfano y con miras a un gran océano.Mis besíños más puros para ti!

  2. Mis dos queridas amigas, si cada una pudiera meterse en la vida de los otros y «ver», cada mujer es capaz de llevar una cruz tan grande como el peso de su alma. Pero lo maravilloso de todo este juego que se llama vida es lo que señalas querida Goroka, resurgir con más fuerza y empezar de nuevo el camino con una mejor luz.

    Un abrazo muy cariñoso a ambas, Patricia

  3. Hermosa reflexión, Paty. Creo que muchas veces nos hemos encandilado con fuegos de artificio, luces intensas y explosivas que sin embargo duran poco. Mejor concentrarse en la llamita tenue, un poco perdurable, que no nos deja ciegos.
    Te abrazo desde Ensenada, B.C.

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