AMAZONAS

CRONICAS DE UN VIAJE QUE ME PARTIÓ EN DOS

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EL AMAZONAS

Hoy Manaos lució distinto, después de abrazarnos a una lluvia fatigosa que nos mojó hasta la sombra el día de ayer, todo parecía perfecto. Nos pasó a recoger Antonio, nuestro guía y su esposa Ivonni, una mujer hermosa, piel color canela, ojos vivos y una sonrisa que abría el mundo. Antonio, bueno él es todo un personaje, de rasgos nativos, también atractivo y dulce, eficiente, simpático, experto en su trabajo, hablaba 3 idiomas, en resumen un agrado de hombre y un excelente guía turístico.  Llegaron antes de la hora acordada pero apenas los vi sonreí, ellos eran el primer paso real a nuestro encuentro con el Amazona. 

Después de cruzar Manaos en unos pocos minutos, llegamos al mercado de las bananas, antesala del puerto, un hombre le tiraba a otro, racimos de pequeños plátanos, éste los recibía con maestría e iba formando verdaderos castillos, todo en perfecta armonía y equilibrio. Más allá el «mercado di pesci» , con cientos de puestos donde que exponían la más rica variedad de pescados. Unos metros más allá, el puerto, como suele suceder en todos los puertos del mundo, los olores eran intensos, los rasgos de la gente amistosos, muchos barcos de todos los tamaños y fines, el nuestro nos sonrió a la distancia, era perfecto, no muy grande, tampoco pequeño, de dos pisos, en el primero estaba la cocina, los camarotes, uno de ellos el nuestro, el comedor, cocina y la pequeña cabina del capitán. Segundo piso, terraza, donde se colgaban hamacas para los que no querían dormir en las cabinas, buenas para pasar la tarde y tal vez para los más jóvenes dormir durante las noches.

Al llegar al barco nos presentaron a Collin y Dale, dos jóvenes «Gringos», (al terminar el viaje me dio una tristezas de esas extrañas, de esas tristezas que te aprietan un poco el corazón por tener que separarte de alguien con quién compartiste algo realmente especial), luego a nuestro capitán, un ayudante (bajiño) y la Sra. Antonia, cocinera del barco, ella se encargaría de prepararnos unas exquisiteces, que dicho sea de paso terminamos todos con un par de Sigue leyendo

Isla Choros, Damas, Gabiota

puertaISLA CHOROS, DAMAS Y GABIOTA

Este fin de semana nos fuimos a conocer Isla Choros, a pesar de considerarme una persona que conoce bastante su país no había tenido oportunidad de visitarla. Me llevé una grata sorpresa, para aquellos que gustan del buceo, de visitar lugares que todavía tratan de preservarse, para los que andan tras esos rincones que te alejan de todo el mundanal ruido y que solo necesitas unas horas de viaje. Lo recomiendo.
Partimos a las diez de la noche, está a una hora de la Serena, por lo tanto a unas seis horas de Santiago, queríamos irnos despacio y tratar de evitar la locura de autos que siempre se avalancha en las carreteras de Chile para los feriados. Paramos a dormir por ahí y llegamos como a las 10 de la mañana, traté de llamar a Santiago y ¡¡oh Dios, no teníamos señal!!, dato para los que van, sólo MoviStar alcanza a pellizcar esa tierra. (Nosotros teníamos Entel.) Por un lado fue bueno, ¡no había televisión, radio ni celular!.
El paisaje un tanto solitario, las playas acuñadas en rocas silenciosas de tiempo, los «huiros» abanicando las blancas arenas todavía salpicando agua. Caminamos disfrutando del paisaje, me puse a recoger conchitas, Sigue leyendo