Hoy mientras manejaba hacia el trabajo y al detenerme en una luz roja, mi mirada fue apresada por un hombre de unos 30 años, empujaba una cerreta llena de desperdicios, estaba con el pelo totalmente enmarañado, obviamente no se lo había lavado ni peinado, tal vez en meses, sus pies descalzos y sucios, su cuerpo delgado y maltrecho, apenas cubierto por una ropa sucia y rota, y su mirada, en realidad no tenía mirada…, cuando nos paramos en un rostro muchas veces admiramos una mirada, no tanto los ojos, o si son grandes o pequeños, nos detenemos o nos dejamos apresar por una mirada. ¡Ese hombre no tenía mirada!, por lo tanto, no tenía esperanza, había muerto en él la esperanza y nosotros no hicimos nada.
En él vi a todos aquellos que duermen en las calles perdidos de tiempo, imbuidos en un pozo donde no se asoma la luz, y nosotros…, no hacemos nada. Yo no hago nada salvo lamentarme, en él vi a tantos jóvenes Chilenos y también de muchos países Sudamericanos en los cuales la gente muere de indiferencia antes sus debilidades, ante su pobreza, ante las desventajas con las que les toco nacer. En él vi a los jóvenes que en Europa, Usa, América, China, Japón y muchos países en los cuales los índices de drogadicción en jóvenes ha aumentado a niveles alarmantes, esos jóvenes que caén en la drogadicción seguramente porque están tan solos, tan perdidos… En él vi algo que no había visto antes y fué terrible. Vi mi indiferencia ante el dolor y la falta de esperanza…, y eso, me asusto más que el mismo hombre.
Archivo de la etiqueta: Reflexiones
Historias de Santiago, El hombre de las flores.
El hombre de las flores. Todos los días lunes en nuestra empresa cambian las flores, en cada piso del edificio, pasillo o hall se dispone un florero con un hermoso arreglo floral, esto lleva dándose desde algunos años, y tiene como objetivo, «alegrar los ambientes», dice don voz segura el Presidente de le empresa, hombre que en general no le brillan los ojos.
Hoy por primera vez le puse atención, una real atención al hombre que carga las flores. Entró él como siempre, tratando de no molestar, una leve sonrisa, «permiso señora, buenos días», sus ojos eran limpios, tomó el florero de la semana pasada y salió en un silencio sepulcral, tratando de parecer invisible.
Al cabo de unos minutos volvió a entrar con el nuevo arreglo, pero en sus ojos se veía un brillo nuevo, uno más intenso, tal vez con pizcas de orgullo, al darse cuenta que lo miraba esbozo una sonrisa vanidosa, como quién porta un pequeño tesoro. Las rosas blancas trinaron coquetas en sus brazos y unos esplendidos crisantemos amarillos brillaron al contacto de unos rayos de sol que se filtraban a través de la ventana. Todo el conjunto, hombre y flores emitían un brillo distinto al que puede entregar, tal vez, el junior o uno de los directores de la empresa.
Tal vez sólo él se da cuenta del preciado trabajo que tiene y de la importancia de su carga, o a lo mejor los demás estamos muy ocupados en otras tareas «más importantes» para notarlo.
Por un instante el hombre de las flores dejó de ser invisible y me hizo sentir un dejo de envidia, yo estaba tras un escritorio llena de papeles y él, él era el hombre de las flores. Sin darse cuenta hizo que mi lunes fuera distinto.
Perderse en el olvido
A veces, creo ser libre, libre de la vida y de los días, libre de mí misma. Libre de todo lo que ata y ciega a tantos seres humanos con los que convivo en el día a día, libre del deseo, libre del querer poseer, de la liviandad, de lo fútil, de lo superfluo, pero…, no es así.
Estoy prisionera de mis pensamientos, tanto como de la vida, estoy prisionera del deseo, del temor, ufff, ese… ¡ese es fiero!, el temor es uno de las peores amarras que tiene el individuo, temor al fracaso, al desamor, temor a la soledad, temor a no ser autosuficiente como esencia.
Temo fallar en el cometido de lograr lo que nuestra humanidad (como individuo) nos demanda.
¿Puede un ave ser feliz en una jaula? imposible, ¿como ser libre si estamos amarrados apegos?, ¿como ser íntegros si nos Sigue leyendo