Domingo de bicicleta
Hoy en la mañana me fui al cerro, lamentablemente no llevé mi cámara, siempre trato de andar con ella para captar una imagen que me conmueva por su belleza o por su fuerza, un niño en la calle, de esos que piden algo que tu tienes y ellos solo sueñan, un animal, un paisaje, para captar el amor, me encanta ver esas parejas que se nota a través de cada uno de sus poros, cuanto se aman, que a pesar de llevar miles de años juntos, todavía hay luz en sus miradas y caminan agarradosde la mano, para recoger la vida, esa vida simple y sin grandes adornos que nos rodea día a día.
En fin, llegué a la entrada de P. de Valdivia, hoy había más gente que nunca, era impresionante la cantidad de personas, de todas las edades, de todos los tipos, de todos los portes, la mayoría bien empinadas en sus bicicletas, algunos subiendo, otros preparándose para partir, otros como yo, respirando después de los 8 km que acababa de hacer para llegar ahí. Una vez tomado algo de aire comencé el ascenso, al cabo de unos minutos llegué a mi primera parada, el primer desvío, mi sorpresa fue aún mayor, había decenas de personas en una llano del cerro bailando, siii, bailando salsa, merengue con una mujer negra bien formada y llena de ritmo como instructora, las caras de todas esas personas eran de relajo, de alegría, de simple alegría, si no fuera por la bicicleta me hubiera sumado a ellas. Más arriba, en un grupo de personas haciendo con otra bien formada instructora spinning, en fin, ese cerro los fines de semana se viste de tenida deportiva y nos presta sus faldas para alimentarnos de él. Realmente vuelvo renovada cada domingo que voy allá, con algo tan simple se puede respirar tan bien. No es como la costa de Viña para pedalear, pero para Santiago, no esta nada de mal.
Un hermoso retrato el que dejaste plasmado acá, querida Patricia…. tierno, sencillo, vivificante.
Feliz día martes.
Cosas del día a día querido Luis, cosas sencillas que no dejan de sorprenderme.
Un abrazo.