Desvaríos de Patricia Gómez

Hace tanto que las palabras no afloran, que casi he olvidado cómo se escribe mi nombre,

y sin embargo, me sangran los dedos con las letras mientras se descuelgan de mi tacto.

La ciudad late más fuerte que nunca en las pupilas de mis días,

las heridas gimen con más fuerza por los ojos del pobre,

la risa truena fuerte  en el oído de esa dicha silenciosa que no comparto con nadie.

Dios, hay tanto que decir y sin embargo, se me secan las palabras en las yagas de la sordera.

 Imagen: Fuegos, W. Blake