Desvelo


Anoche después de apagar el computador leí un rato Zanoni, ya no quería pensar en Rilke me ha tenido en un estado un tanto raro, me pasa cuando me sumerjo demasiado en mi interior, apagué la luz y me dormí, al cabo de unas horas desperté pensando en alguién que no conozco, pero ronda en mis palabras, seguramente soñaba con él, ¿tal vez un recuerdo?, quién sabe pero el sueño se me escapó, se fue, yo me quedé en vela esperándolo. Nunca llegó.
Me puse a pensar en el trayecto que hice ayer en la tarde de regreso a casa y que me dejó con un sabor amargo.Al salir de la oficina las calles lucían más pobres que de costumbre, mi auto quebraba el silencio dejando un ruido molesto, yo quería ser más silencio para pasar imperceptible, no pude. Una joven de pelo largo y teñido de un amarillo molesto caminaba como si fuera feliz, tendría unos 17 años vestía unos jeans que le llegaban hasta las rodillas, tenían roturas que aparentemente estaban hechas a propósito y bajo éstos se asomaban unas pantys negras, arriba vestía una polera rosada que dejaba ver unos pechos pronunciados y firmes, tanto que pareciera enganchaban los ojos de los pocos transeúntes, también los míos, pensaba «porque los pechos ejercen ese imán tan violentos en los hombres, tanto que se olvidan de mirar los ojos, mañana taparé completamente los míos, así verán mis ojos». La muchacha caminaba sin dar importancia a las impertinentes miradas, en realidad demostraba con su indiferente paso que le daba lo mismo, seguramente estaba soñando que la pasta base que acaba de fumar le dejaba una quietud tan grande que olvidaba que era pobre, que no pudo terminar de estudiar, que nunca tendría la alternativa, la menor chance de salir de ese barrio, de esa pobreza, de esa mancha obscura que termina tragándose a los más débiles. El olor se hizo más espeso, la basura se arrancaba de los tachos que esperaban impacientes que pasara el camión recolector, era martes, por ahí creo que pasa los martes. Dos perros estaban acurrucados en una esquina, seguramente se pasaban el calor para que pudieran olvidar el hambre que tenían apretando sus estómagos desde hace días, luego llegó otro, ese estaba más flaco aún, además tenía tiña, su pelaje estaba totalmente raído y dejaba ver la piel rosada y con heridas. El semáforo que estaba en rojo me permitió detenerme el rato suficiente para meterme en sus ojos, como dice Muladar en una parte de su blog, «en los ojos de los perros están los ojos de Dios», (me impacto tanto esa foto y esa frase), parece que tenía razón. Lo miré con la dulzura más grande que pude, quería que le llegará esa energía, le pedí perdón por no tener alimento que darle, enganche la primera y pise el acelerador tomando la ruta que me llevaría a la costanera norte y de ahí a Las Condes, allá el olor ya no pesaba, tampoco había perros, al menos no en las calles, las niñas usaban otro tipo de ropa, ahí la gente tiene otros sueños cuando camina desprevenido por las calles limpias.
Sin embargo yo…, anoche no pude soñar, tenía los ojos pegados en el techo mientras recordaba el olor que tiene la pobreza. Tal vez debería tomar lecciones de desapego, de indiferencia, de cómo ser mujer sin morir en la sensibilidad que arrastramos en el pelo cuando lo llevamos suelto.

4 pensamientos en “Desvelo

  1. No te recomiendo que renuncies a esa sensibilidad,sería poco natural,desde cuando es un defecto?lo que sí tendríamos que mejorar es la manera en que la canalizamos sin sentirnos culpables.Me encantó tu entrada,chilena tenías que ser como no podía ser de otro modo,un beso sensible!!

  2. Ayer me dieron una frase que también me impacto, más que eso me gusto muchísimo, es: «Tengo un regalo para ti, pero hay un problema que no encuentro ni papel suficiente ni caja para envolverlo, por que es un abrazo».
    Tal como esa frase de “en los ojos de los perros están los ojos de Dios”, y en los ojos de los sin techo (indigentes), en los ojos de las maltratadas…está Dios. Se puede reflejar la mirada de alguien que lleva dentro de si a Dios. Esos son los que tienen alma, alma verdadera. Precioso, me ha gustado muchísimo. Marola

  3. De alguna manera los que nos sensibilizamos y nos lastima, también somos un rayito de esperanza para que no sean olvidados, al menos lo difundimos con nuestra armas que son el teclado y la escritura.
    Sientete feliz de ser conmovida!, de no haberte endurecido tanto como para no mirar a un semejante sufrir!
    Un beso grandote!
    Marcial

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