Ahondando India

Recién llevo unas semanas en India y ¡cómo he desandado estos caminos!. Los he desandando internamente, tanto que reescribo mi historia cada día en una página en blanco.

Tenía escritas varias hojas referente a las crónicas de este viaje, no las he podido subir antes porque sencillamente la señal en los lugares que me encuentro es mínima. Sin embargo creo que ha sido por alguna razón, siempre hay una y creo que mis crónicas no tienen ninguna importancia, al menos en este blog, que siempre ha querido tener un propósito más allá de lo aparente.

Creo que hay algo mucho más importante qué decir, estoy buscando las palabras. Amarrando las ideas, y mientras eso ocurre, hay tormentas en estas montañas que me llenan de una energía nueva. Rasguñar el cielo con la palma de una mano y abrigar el dolor de tantos con la otra, eso sería perfecto.

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Siguiendo con la poesía sufi, Poesía Indu.

Siguiendo con el artículo anterior de:

 

La poética y la estética en la tradición
 literaria sufí persa

Hossein M. Elahi Ghomshei

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Los poetas sufíes persas no pensaban en el mero entretenimiento romántico al utilizar la imaginería erótica en pasajes como éstos. Más bien, deseaban establecer un punto de apoyo metafísico acerca de la creación, para aludir a esta Belleza Primordial que se había desvelado a sí misma en lo «Alto de la Contingencia» (bām-e emkān), en tanto que miles de mundos vinieron al ser como resultado de su teofanía. Un rayo de esta Belleza Eterna hirió a la Rosa, y la Rosa reflejó esta Belleza hacia el Ruiseñor, llenando al afligido pájaro de melodía, frenesí y éxtasis. Este mito del génesis estético, si se puede llamar así, es expresado por Hāfez en un renombrado verso:
Por gracia de la rosa
el ruiseñor aprendió
el arte del canto;
si no, con su esbelto pico
nunca habría entonado
tan amorosas rimas.
(H¬āfez, ghazal 272, v. 4)
En otro verso, una de las más sublimes expresiones del mito del génesis de toda la literatura persa, Hāfez proporciona una formulación metafísica más explícita de su doctrina.
En la preeternidad emergió en epifanía
la luz de tu hermosura,
se reveló el Amor
y prendió fuego al mundo entero.
(Ibíd., ghazal 148, v.1)
Ambos versos expresan un mensaje básico: mostrar cómo la Belleza dio a luz al Amor y cómo el Amor generó la Existencia. Como ^Yāmi apuntaba en el pasaje anterior, éste es también el eterno relato de la creación artística. El artista testifica primero la belleza. Esta visión despierta el amor y, consecuentemente, un anhelo por expresar la belleza atestiguada, a través del amor, en la creación artística. El mito griego de la creación del hijo de Venus, Cupido, registra este mismo suceso erótico-metafísico y estético, y en el mismo sentido habría que tomar las palabras de Shakespeare en Romeo y Julieta: «Es Cupido quien nos rige a todos». Las alusiones metafísicas a este mito de la creación de la belleza estético-metafísico, que de esta manera creó el «mundo del romance» a través de su esplendor, son muchas y merecen nuestra consideración.
Hemos visto cómo la belleza, simbolizada por Zuleika como el Dios escondido, ha desertado de su soledad y plantado su tienda en el «reino de la apariencia». ¿Cómo debería entenderse esto? Existen en los escritos sufíes persas cuatro o cinco interpretaciones distintas respecto al significado de la génesis del reino de la apariencia que pueden ser Sigue leyendo