Lo cotidiano


Me regalé un par de días para estar sola, rematadamente sola. A veces es necesario. A veces te encuentras en la soledad. Me hizo bien, siempre me hace bien.

Cuando ya venía de regreso a casa, todo me sorprendió. En el sur de chile es habitual que la naturaleza te sorprenda, pero después de un tiempo, te caes en el abismo de lo cotidiano y olvidas el asombro. Hoy no sucedió.

Los campos por donde suelo pasar estaban llenos de los matices del verde, ese verde casi esmeralda, el que está lleno de sombras, el que quiere tocar al cielo con sus espigas color oro. El que está naciendo. El que muere. Son todos bellos. Plenos.

Y en algunos de ellos, de esos pastizales enormes, que casi parecen infinitos si no fuera porque los parte por la mitad alguna hebra metálica,  había un rebaño. Era uno bastante considerable de nuestras buenas amigas las vacas. Esta vez eran esas negras, macizas, bellas. Las Angus. Pastaban felices, miraban, rumiaban y mamaban, sí, un pequeño ternero de patas débiles se aferraba a la teta de su madre dando empujones con su pequeña cabeza negra. Qué pocos tienen ese privilegio, Dios, perdónanos.

Más allá unos jóvenes terneros rumiaban tendidos al sol. Fue un panorama bello. Se veían felices, en paz, y su paz, tocó la mía.

Más adelante el camino estaba casi cerrado por miles de pequeñas flores amarillas, eran insolentemente amarillas. Descaradamente simples y bellas. Era como si supieran que tenían el color que vemos en el sol. Un poco más allá, un niño solitario saltaba en una cama elástica media raída. No estaba pegado a una pantalla, no, el simplemente saltaba solitario en una pequeña cama saltarina. Quería tocar el cielo en cada salto, se engullía el aire limpio en cada salto. Se veía feliz, y su felicidad tocó la mía.

Lo cotidiano siempre es una obra de arte.

(Ahora, mientras escribo esto, no sé porque pienso en mi hermana. Tal vez sea por que pasé unas horas con ella. Me gusta estar con ella. Se me vienen a la mente sus manos tan blancas, su pelo infinito color oro, sus ojos claros. En como ama la vida, en como la disfruta. La disfruta con la simpleza que esta bella vida tiene. Alimenta los patos porque tienen hambre, rescata huevos para que puedan nacer algunos vástagos, “despioja” a las plantas de su pequeña huerta.  Se desprende siempre generosa de lo que cree que los otros necesitan. Todo eso también llena mi corazón. Tenerla cerca lo llena)

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