El Libro
Las sombras se resbalan a través de los muros de la habitación apenas alumbrados por una tenue luz amarillenta, Helena las miraba distraída desde su sillón reina victoria, donde slía gastar parte de las primeras horas de la noche, su mente reflexiona en el filosofo que acababa de leer, «Vico», habían tantas cosas que tenían sentido, pero algo no encajaba en la totalidad de su precepto, ¿Qué era?, “el tiempo, si pudiera unir los dos puntos, cómo he de llegar a ese tan buscado equilibrio”, «de que forma se manifiesta el tiempo en nuestra alma», de pronto un golpe en la puerta la sacó de sus pensamientos.
– Permiso señora, la buscan.
– Quién es Maria – dice con desgano mientras deja el pequeño libro encima de la mesita, odiaba que la interrumpieran cuando estaba en esos, sus pequeños momentos consigo misma,
– Me dijo que le dijera que era el Sr. de la librería.
– Helena supo enseguida de quién se trataba.
– Esta bien, dame unos minutos y dile que pase.
Se paro de un salto y se dirigió al espejo, su pelo estaba tomado en un moño que dejaba caer solo algunos rizos dorados sobre su espalda, se pellizco las mejillas para traer un poco de vida y volvió a su sillón a esperar al hombreque seguramente abriría por fin las puertas a esos mundos que sólo conocía a través de sus sueños. Todo el conocimiento que ella había almacenado tras pasar por todas las escuelas iniciaticas a las que había tenido acceso, habían topado un techo, ellas ya no le podían entregar nada más, ahora, debía desandar sus propios pasos.
Había conocido a ese hombre hace un par de días en la vieja tienda de libros usados, en el pasaje de catedral, frente al ministerio de hacienda, él prometió conseguirle el libro que había buscado por más de dos años y que en un último acto de esperanza había encargado en la librería de don Samuel, la más oculta, la más antigua, a la que sólo algunos tenían acceso de las librerías ocultistas del país. Dos años que ya la habían hecho perder toda esperanza, había encargado ese libro a sus amigos en Francia, Alemania, Inglaterra, había ido ella misma a Italia tras una pista que le habían dado, a Mexico, pero nada, cuando preguntaba por él, los libreros o «hermanos» de las fraternidades se encogían de hombros, algunos le daban alguna señal «me parece que lo he oído», «si, creo que lo puede encontrar en..» y allá partía ella, pero nada, o no existía, o le decían «si señora, eféctivamente lo tuve pero se lo llevó un caballero, todavía lo recuerdo porque me pago una suña estratoferica» .Pero ahora, ahora por fin don Samuel la había llamdo, “Por fin se lo conseguí doña Helena, venga a buscarlo hoy en la tarde”. las horas se habían hecho interminables.
– Buenas tardes Don Samuel, ¿¡Dónde esta mi libro!?
– No lo tengo todavía, sin embargo el caballero que esta allá, será quién le consiga el libro, lo siento Sra Helena, pero no me permitió darle detalles, sólo que debía conocer a la persona que estaba preguntando por dicho libro, por eso la llame.- Dijo el hombre casi murmurando, como si estuviera cometiendo un pecado.
– No se preocupe, entiendo, pero dígame ¿quién es él? – contesto Helena con la misma entonación .
– Sólo sé su nombre, Christophe Puallete. Llegué a él después de preguntar a todos mis contactos por su libro, nadie lo tenía, cuando ya estaba perdiendo las esperanzas, don Benedicto, de la librería de Merced me dijo que me volvería a llamar, al cabo de una hora me dio el telefono de este señor, lo llamé, le explique que estaba tratando de ubicar el libro de las “Las hermanas del calice de fuego» , me hizo una serie de preguntas y concluímos que nos encontraríamos los tres el día de hoy, por eso la he llamado.
– Esta bien, entiendo, iré a hablar con él.
Helena apretando su pequeño bolso de mano se acerco al hombre que estaba de espalda a ella con uno de los libros de Blabatsky en sus manos. Al llegar, Helena carraspeo con suavidad para hacer notar su presencia.No sabía por qué estaba tan nerviosa.
/…
¡Que intriga Patricia!, espero que tenga continuación tanbuen relato, que pases un buen fin de semana.
Besos
Siiii, la tiene, veremos como se va dando.
Un abrazote para ti y también que pases un feliz fin de semana junto a tu familia.
Patricia
Nooooooooooooooooo!!! ¿Por qué me metí a leer esto? No es justo! Dije: Por fin leescribiré un comentario a Patricia…. ¡Lo haré en ESTA entrada! La leo y… ¡zas! «Continuará…» No puede ser. Mala suerte. Tortura ruin. Está bien. Vuelvo. 😦