Compasión


Artículo enviado por Miguel Angel Moya. Me pareció interesante y por eso lo comparto con Uds. Creo que sentir compasión es hacerse un poco más humano.

HABLEMOS DE LA COMPASIÓN
Normalmente se malentiende lo que es la compasión. Para algunos es sinónimo de «lástima». Otros asocian la compasión con ser débil. Antes de seguir, definamos la compasión.
La compasión se puede describir como: «el deseo de aliviar el padecimiento de otro».
Me gustaría empezar por una citación de Albert Einstein:
«El ser humano es parte de un todo que nosotros llamamos el universo, una parte limitada tanto en espacio como en tiempo. Experimenta el mismo, sus pensamientos, sus sentimientos como algo separado de los demás, una especie de engaño óptico de su consciencia. Este engaño actúa como una especie de prisión para nosotros, que nos restringe de nuestros deseos personales y del cariño por algunas personas cercanas a nosotros. Nuestra tarea tiene que ser liberarnos de esta prisión ampliando nuestro círculo de compasión para abrazar a todas las criaturas sensibles y a toda la naturaleza en su belleza».
Las ideas de Einstein siguen guiando una gran parte de la ciencia moderna así como la manera de interpretar el universo en el que vivimos. Su declaración refleja también la antigua sabiduría oriental. El hecho es que, de cualquier forma que se mire – desde un punto de vista religioso, espiritual o científico – todos estamos hechos de la misma energía o materia.
Todos hemos experimentado lo que Einstein describe en las siguientes situaciones:
Una de las experiencias humanas más profundamente satisfactorias es el sentido de tener una conexión con el «corazón» de otra persona, da igual que ocurra en una sobre mesa con amigos cercanos, o cuando estamos con nuestra familia. Puede incluso ocurrir con alguien relativamente desconocido. Nos encontramos inmersos en esa situación y de repente nos hacemos conscientes de que desaparece el sentido de separación y aparece lo que se podría llamar una «conexión con el corazón», casi imposible de describir o conceptualizar, pero sí se puede experimentar. Experimentamos la misma sensación de conexión por ejemplo cuando llegamos a la cima de una montaña y de repente nos encontramos con una vista de inmensa belleza natural; una hermosa puesta de sol, ver cómo galopa un caballo, ver todas las estrellas en una noche muy oscura. Lo que todos estos momentos tienen en común es una maravillosa sensación de conexión.
La mente racional está quieta, el sentido de separación desaparece y estamos allí formando parte del momento y no separados de él, disfrutando sencillamente de la experiencia.
(Nota. A veces el sentimiento de amor que experimentamos con familiares muy cercanos o con nuestra pareja, podría estar relacionado también con nuestras necesidades emocionales).
El error que comete la mente racional es identificar la situación, la persona etc. como la fuente de la buena sensación, en vez de verlo por lo que es: una desaparición momentánea de la ilusión de separación. Si caemos en la trampa de creer lo que la mente nos dice en el momento, podemos quedarnos pegados a esta persona o a esta situación. Podemos incluso empezar a creer que necesitamos a esta persona o situación para ser feliz. Por tanto se puede convertir en una fuente potencial de insatisfacción; o se puede emplear para excluir a otros.
Todo esto suena interesante, pero ¿qué tiene que ver con la compasión?
La compasión es una especie de realización de la realidad, lo que explica porqué cuando a una persona (en particular a una persona que te ha hecho daño) le miras a través de los ojos de la compasión, esto puede suponer un sentido de alivio. Es un alivio porque para mantener la ilusión de que somos entidades separadas – lo que se expresa de la siguiente manera: «tengo que luchar por todo lo que soy (es decir, todo dentro de esta piel) para defenderme de todo lo que no soy (todo fuera de esta piel), – se toma una postura que requiere una inmensa cantidad de energía. Se requiere mucha energía para permanecer enfadados y tener indignación justificada. ¡Qué esfuerzo! Qué alivio soltar este esfuerzo y qué maravilloso no tener que seguir haciéndolo.
La compasión no es selectiva, no es algo que hacemos para nuestros amigos y nadie más. Se debería tratar como un hecho, tal y como es en realidad. Todos merecen/merecemos compasión. Todos sufrimos enfermedades, el envejecimiento y la muerte:
Cito a Sogyal Rinpoche:
«…cuando finalmente sabemos que estamos muriendo, y que todos los demás seres vivos están muriendo con nosotros, empezamos a sentir un ardiente sentido de fragilidad y hermosura de cada momento y de cada ser que casi nos parte el corazón, y desde aquí puede crecer una profunda compasión clara y sin límites para todos los seres.»
Repito: Es muy importante recordar que la compasión de verdad no es solo una respuesta emocional sino un compromiso firme en base a la realidad. Da igual si la persona es guapa y amable o poca atractiva y poco agradable, como tú, quiere ser feliz y no sufrir. Además tiene el mismo derecho a superar el sufrimiento y disfrutar de la felicidad. Una actitud de compasión no cambiará aunque la persona se comporte mal.
«Si quieres que otros sean felices, practica la compasión. Si tú quieres ser feliz, practica la compasión.»
Mientras permanecemos en la ilusión de estar separados puede parecer que no hay suficiente amor para repartir y que tenemos que defender lo que es nuestro, por si no queda suficiente para nosotros. La realidad es que cuando abres tu corazón o dejas que te lo toquen, empiezas a descubrir que es inmenso y sin límites y te maravilla la ternura y espacio que existe allí.
Experimentar la compasión para uno mismo y para otros es vital para el bienestar, no sólo del individuo sino también para el futuro de todos los seres humanos.
Actos crueles e insensibles por parte de una persona hacia otra no son posibles en la presencia de la compasión. Los grandes crímenes de guerra y genocidio sólo han sido posibles después de un programa de «deshumanización» del grupo «víctima». Por ejemplo, los Judíos en la Alemania nazi, los Tutsis en Rwanda, los Palestinos en Israel, los Musulmanes en Serbia.
Cito de Victor Frankl (un superviviente de los campos de concentración nazis)
«Los que vivíamos en los campos de concentración podemos recordar a los hombres que paseaban por los barracones consolando a los demás, dándoles su último trozo de pan. Puede que fueran pocos, pero ofrecen suficiente prueba de que se puede quitar todo a un hombre, menos una cosa: la última de las libertades humanas – elegir nuestra actitud frente a una serie de circunstancias determinadas.»
Según estudios realizados entre otros por la Universidad de Chicago, la Universidad de Stanford, la Asociación Estadounidense de Psicología, los actos compasivos mejoran el sistema inmunológico al reducir la respuesta al estrés y fortalecer la respuesta «relax» del cuerpo; ayuda a equilibrar las pulsaciones, tensión arterial y metabolismo celular.
También reduce el dolor al estimular la producción de endorfinas. Además, los estudios demuestran que las personas involucradas en actos compasivos y altruistas tienden a disfrutar de una mejor salud mental, ser menos propensos a padecer depresión y demuestran tener niveles más altos de satisfacción.
La compasión no tiene ningún lado negativo. Es fantástica para la vida de las personas, es maravillosa para ti y esencial para el bienestar del planeta. ¿Qué más esperas cuando eliminas una ilusión y te pones en contacto con la realidad?

Un pensamiento en “Compasión

  1. Esto va relacionado con el articulo de la pobreza.
    hay más alegria en dar, que en recibir.

    Me he dado cuenta que en los estos últimos tiempo las personas ignoran o les importa nada el dolor ajeno, ni siquiera se inmuntan, el porqué no lo sé todavia, el egoismo puede ser pero, porqué tan alto grado de él?
    mientras Dios nos dice: misericordia quiero
    saludos!!

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