Hacer de la propia vida una Obra de Arte


Un exquisito artículo del blog de El mundo de Timeo. Me place compartirlo con ustedes.
Puede separarse la obra de arte del autor, existe ésta sin él?. Entonces no es tan difícil, sólo hay que cambiar la intención que ponemos en cada acto que realizamos.

El Mundo de Timeo

El título, en sí, no necesita de una gran alocución. Es una idea que ha cautivado mi mente desde hace varios días. Quizás otros autores lo han desarrollado con mucha anterioridad, pero yo lo he encontrado en una entrevista realizada al pensador francés Michel Foucault, titulada “Acerca de la genealogía de la ética”, que formaba parte de una obra llamada “La Inquietud por la verdad”. En ella, Foucault, con la agudeza de ingenio que lo caracteriza, discurre de forma notable y novedosa sobre la moral sexual y estética de los griegos. Pero hoy no nos detendremos a analizar las profundas e interesantes consideraciones de Foucault sobre la historia de la sexualidad, sino que simplemente pensaremos en la idea que engloba el título de este artículo.

Imagen

(Las rosas de Heliogábalo, de Alma Tadema)

Para ello, echemos un vistazo a lo que dice Foucault:

Lo que me sorprende es el hecho de…

Ver la entrada original 571 palabras más

3 pensamientos en “Hacer de la propia vida una Obra de Arte

  1. Buenas tardes querida amiga….lo que me ispira al leer este post es lo que le preguntaron a Miguel angel!!! sobre su estultura (El David) de 5 metros de altura,un buen hombre que estaba observado la mitica y bella escultura,le pregunto a Miguel Angel…¿Como de un enorme bloque de piedra de estas dimensiones…usted pudo sacar tan bella y hermosa escultura?? Miguel Angel le respondio,……simplemente e quitado lo que sobra de este gran bloque de piedra,…David!!! ya estaba dentro de ella»» El David latia en su esencia y yo simplemente e quitado lo que sobraba de esta piedra.

    Un abrazo

  2. había leído esta historia y es precisamente eso… gracias querido por traerla a nosotros, en cada ser humano está todo!!, es maravilloso, sólo falta que cada uno encuentre su «David». Cariños.

Deja un comentario