Marco Aurelio Rodriguez, El árbol parlante.
Hoy es el lanzamiento del libro EL ARBOL PARLANTE, dejo invitación, ya lo comentaremos una vez lo tenga en las manos.
MIÉRCOLES 10 DE DICIEMBRE 2008 20:00 hrs.
Presentación a cargo de Teresa Calderón & Reinaldo Marchant
Coordina : Amante Eledín Parraguez
THELONIOUS LUGAR DE JAZZ
BELLAVISTA
BOMBERO NÚÑEZ 336 – BARRIO BELLAVISTA – STGO.
FONO (56-2) 735 7962 – WWW.THELONIOUSCHILE.COM
*********
Acerca del Silencio, la Palabra, la Imagen y la Nada
Marco Aurelio Rodríguez / Calíope Ediciones, 2008
Por Reinaldo Edmundo Marchant
Marco Aurelio Rodríguez, Santiago 1963), Master de Literatura de la Universidad Católica, hasta la fecha había publicados dos libros que recibieron elogios y lo dieron a conocer dentro del panorama literario: «Nubes para
Hoy es el lanzamiento del libro EL ARBOL PARLANTE, dejo invitación, ya lo comentaremos una vez lo tenga en las manos.
MIÉRCOLES 10 DE DICIEMBRE 2008 20:00 hrs.
Presentación a cargo de Teresa Calderón & Reinaldo Marchant
Coordina : Amante Eledín Parraguez
THELONIOUS LUGAR DE JAZZ
BELLAVISTA
BOMBERO NÚÑEZ 336 – BARRIO BELLAVISTA – STGO.
FONO (56-2) 735 7962 – WWW.THELONIOUSCHILE.COM
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Acerca del Silencio, la Palabra, la Imagen y la Nada
Marco Aurelio Rodríguez / Calíope Ediciones, 2008
Por Reinaldo Edmundo Marchant
Marco Aurelio Rodríguez, Santiago 1963), Master de Literatura de la Universidad Católica, hasta la fecha había publicados dos libros que recibieron elogios y lo dieron a conocer dentro del panorama literario: «Nubes para
rellenar paisajes que en verdad resulten», poemario, Ediciones El gráfico, 1996″, y «Los poetas malditos», Ediciones El gráfico, 1997″.
Salta a la vista que este escritor no escribe ni publica con prisa. Obras escritas tiene. A la manera de esos literatos maniáticos de la palabra y la precisión, Rodríguez cincela sus libros con un pulcritud y elaboración insoportable, señales que se revelan con la publicación de «El árbol parlante», Calíope Ediciones, 2008, donde se pasea con una treintena de micro ensayos poéticos y narrativos, bien fundados y escritos, verdaderas y lúdicas piezas literarias, que confirman todo su oficio y erudición artística.
Con un prólogo de primera línea del poeta Sergio Badilla, el autor navega a sus anchas con una temática que maneja como pocos en Chile: el escabroso género del ensayo, que muchos no entienden un carajo en qué consiste y lo confunden con el testimonio, y la nunca bien ponderada moda biográfica.
Marco Aurelio Rodríguez, se ha destacado con el sello ensayístico, lo demuestran sus numerosos artículos y temas que permanentemente publican revistas y diarios nacionales e internacionales.
Documentado hasta la saciedad, El árbol parlante es un texto realizado con profesionalismo y seriedad, con notas y justificaciones bibliográficas que demuestran la consecuencia y acuciosidad de un estudioso de la palabra y la imagen.
Los temas que conforman este libro son historias adoloridas, irónicas, picarescas, sorprendentes, mitológicas, detalladamente reseñadas, y pobladas de aspectos oníricos, que ensamblan remolinos que conducen al descubrimiento del hombre, los mitos y la leyenda.
Desde el vientre, la memoria, la erudición extrema, Rodríguez logra conectar la condición humana, en carne viva, con un lenguaje crudo, desbordante de vitalidad, que se remonta a lo profundo y escondido de personajes universales, pueblos, naciones y artistas que pisaron la tierra.
Detrás de convenciones y mistificaciones, Marco Aurelio Rodríguez escribe con intensidad, sintiendo cada palabra y frase, y lo hace con amenidad prodigiosas, hasta develar con esa fuerza expresiva contenidos que van desde La Odisea hasta la Edad Media, desde el Libro Verde hasta los motivos filosóficos de Borges, y lo hace, hay que resaltarlo más de una vez, con un lenguaje lleno de matices y cuidado literario que generan placer.
El joven autor construye este libro a partir de una sensibilidad especial y una documentación que impacta.
Basado en una estructura estricta, a la manera de telón de fondo, cada capítulo de El árbol parlante transmite alegría por el descubrimiento, un maravilloso dibujo de historias tejidas a lo largo de épocas, que facilitan un desplazamiento imaginario, junto al influjo de una delectación inagotable, que permiten percibir, luego de cada lectura, que un asunto interesante ha ocurrido ante nuestros ojos.
* * *
ÁRBOLES DE EXTRAÑOS FRUTOS
Los árboles tienen dos edades, una necesaria y otra prodigiosa. En una de ellas nacen los bosques sagrados y divinos, los baobabs, las encinas mágicas, los árboles parlantes, los templos naturales de las hadas y los duendes. Pero las brujas sobreviven en la imaginación infidente, son las mejor adaptadas a ese escape febril.
¿Quién no recuerda las tempestades de los bosques shakespeareanos, o el oráculo de los árboles celtas, o los cuentos de Perrault con Caperucitas y lobos, y con princesas extraviadas en sus sueños como en una muerte simbólica?
La niñez es malévola. El Paraíso, inconsistente.
¿Cómo habrá sido el Árbol del Bien y del Mal? ¿Dónde empezaba lo Bueno y dónde lo Malo? La imagen más recia es la manzana: esplendorosa por fuera, no se sabe cuándo guarda su gusano. Tal vez por eso fue sindicada como la fruta del escándalo, fruto prohibido que, según origen hebreo del texto bíblico, podría haber correspondido a un higo o a una granada. La manzana de la discordia, la de Blancanieves. Confusiones.
Las figuras de árboles. La imagen de las serpientes como ramas en vez de cabellos. Las gorgonas -¡cómo no!- eran mujeres atroces con alas en la espalda (ángeles putrefactos). Poseían la facultad de convertir en piedras a quienes las miraban.
La imagen pervertida.
En el pueblo italiano de Massa Marittima, en la región italiana de Toscana, en el norte de Italia, hay un mural que data del siglo XIII y que representa un árbol de falos. «Hay 25 de ellos en total, todos de diferentes formas y tamaños, completos con testículos. Cuelgan desde las extremidades del árbol, como hojas que revolotean al viento». El fresco sería una pieza de propaganda política con la cual una facción toscana pretendía mancillar la reputación de sus oponentes. «Es un mensaje de los Güelfos diciéndole a la gente que si a los Gibelinos les daban el poder traerían con ello la herejía, la perversión sexual, disputas civiles y la brujería», dice George Ferzoco, un experto de la Universidad de Leicester. Sabemos que los Güelfos y Gibelinos eran dos facciones que pelearon por el poder en Toscana durante décadas en la Edad Media, y quizás la víctima más famosa de sus enfrentamientos fue Dante, el poeta y humanista expulsado de su nativa Florencia en 1302 después de que un grupo rival de los Güelfos, el partido de la limpia honradez, tomara el poder.
El comentarista se basa -para su interpretación de envés político- en el afán alegórico y críptico del hombre medieval, quien, por lo demás, relacionaba herejía con sodomía. Por eso también, las mujeres con hábitos que aguardan bajo el árbol de penes del mural, representarían las maldiciones que los Gibelinos traerían al pueblo. La pintura sería uno de los retratos de brujas más antiguos conocidos en el arte occidental.
Y la imagen final, la que concluye intrigas:
Diógenes El Cínico, que detestaba a las mujeres, habiendo visto una vez a varias mujeres ahorcadas en un olivo, dijo: «¡Ojalá todos los árboles tuvieran semejantes frutos!»
rellenar paisajes que en verdad resulten», poemario, Ediciones El gráfico, 1996″, y «Los poetas malditos», Ediciones El gráfico, 1997″.
Salta a la vista que este escritor no escribe ni publica con prisa. Obras escritas tiene. A la manera de esos literatos maniáticos de la palabra y la precisión, Rodríguez cincela sus libros con un pulcritud y elaboración insoportable, señales que se revelan con la publicación de «El árbol parlante», Calíope Ediciones, 2008, donde se pasea con una treintena de micro ensayos poéticos y narrativos, bien fundados y escritos, verdaderas y lúdicas piezas literarias, que confirman todo su oficio y erudición artística.
Con un prólogo de primera línea del poeta Sergio Badilla, el autor navega a sus anchas con una temática que maneja como pocos en Chile: el escabroso género del ensayo, que muchos no entienden un carajo en qué consiste y lo confunden con el testimonio, y la nunca bien ponderada moda biográfica.
Marco Aurelio Rodríguez, se ha destacado con el sello ensayístico, lo demuestran sus numerosos artículos y temas que permanentemente publican revistas y diarios nacionales e internacionales.
Documentado hasta la saciedad, El árbol parlante es un texto realizado con profesionalismo y seriedad, con notas y justificaciones bibliográficas que demuestran la consecuencia y acuciosidad de un estudioso de la palabra y la imagen.
Los temas que conforman este libro son historias adoloridas, irónicas, picarescas, sorprendentes, mitológicas, detalladamente reseñadas, y pobladas de aspectos oníricos, que ensamblan remolinos que conducen al descubrimiento del hombre, los mitos y la leyenda.
Desde el vientre, la memoria, la erudición extrema, Rodríguez logra conectar la condición humana, en carne viva, con un lenguaje crudo, desbordante de vitalidad, que se remonta a lo profundo y escondido de personajes universales, pueblos, naciones y artistas que pisaron la tierra.
Detrás de convenciones y mistificaciones, Marco Aurelio Rodríguez escribe con intensidad, sintiendo cada palabra y frase, y lo hace con amenidad prodigiosas, hasta develar con esa fuerza expresiva contenidos que van desde La Odisea hasta la Edad Media, desde el Libro Verde hasta los motivos filosóficos de Borges, y lo hace, hay que resaltarlo más de una vez, con un lenguaje lleno de matices y cuidado literario que generan placer.
El joven autor construye este libro a partir de una sensibilidad especial y una documentación que impacta.
Basado en una estructura estricta, a la manera de telón de fondo, cada capítulo de El árbol parlante transmite alegría por el descubrimiento, un maravilloso dibujo de historias tejidas a lo largo de épocas, que facilitan un desplazamiento imaginario, junto al influjo de una delectación inagotable, que permiten percibir, luego de cada lectura, que un asunto interesante ha ocurrido ante nuestros ojos.
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ÁRBOLES DE EXTRAÑOS FRUTOS
Los árboles tienen dos edades, una necesaria y otra prodigiosa. En una de ellas nacen los bosques sagrados y divinos, los baobabs, las encinas mágicas, los árboles parlantes, los templos naturales de las hadas y los duendes. Pero las brujas sobreviven en la imaginación infidente, son las mejor adaptadas a ese escape febril.
¿Quién no recuerda las tempestades de los bosques shakespeareanos, o el oráculo de los árboles celtas, o los cuentos de Perrault con Caperucitas y lobos, y con princesas extraviadas en sus sueños como en una muerte simbólica?
La niñez es malévola. El Paraíso, inconsistente.
¿Cómo habrá sido el Árbol del Bien y del Mal? ¿Dónde empezaba lo Bueno y dónde lo Malo? La imagen más recia es la manzana: esplendorosa por fuera, no se sabe cuándo guarda su gusano. Tal vez por eso fue sindicada como la fruta del escándalo, fruto prohibido que, según origen hebreo del texto bíblico, podría haber correspondido a un higo o a una granada. La manzana de la discordia, la de Blancanieves. Confusiones.
Las figuras de árboles. La imagen de las serpientes como ramas en vez de cabellos. Las gorgonas -¡cómo no!- eran mujeres atroces con alas en la espalda (ángeles putrefactos). Poseían la facultad de convertir en piedras a quienes las miraban.
La imagen pervertida.
En el pueblo italiano de Massa Marittima, en la región italiana de Toscana, en el norte de Italia, hay un mural que data del siglo XIII y que representa un árbol de falos. «Hay 25 de ellos en total, todos de diferentes formas y tamaños, completos con testículos. Cuelgan desde las extremidades del árbol, como hojas que revolotean al viento». El fresco sería una pieza de propaganda política con la cual una facción toscana pretendía mancillar la reputación de sus oponentes. «Es un mensaje de los Güelfos diciéndole a la gente que si a los Gibelinos les daban el poder traerían con ello la herejía, la perversión sexual, disputas civiles y la brujería», dice George Ferzoco, un experto de la Universidad de Leicester. Sabemos que los Güelfos y Gibelinos eran dos facciones que pelearon por el poder en Toscana durante décadas en la Edad Media, y quizás la víctima más famosa de sus enfrentamientos fue Dante, el poeta y humanista expulsado de su nativa Florencia en 1302 después de que un grupo rival de los Güelfos, el partido de la limpia honradez, tomara el poder.
El comentarista se basa -para su interpretación de envés político- en el afán alegórico y críptico del hombre medieval, quien, por lo demás, relacionaba herejía con sodomía. Por eso también, las mujeres con hábitos que aguardan bajo el árbol de penes del mural, representarían las maldiciones que los Gibelinos traerían al pueblo. La pintura sería uno de los retratos de brujas más antiguos conocidos en el arte occidental.
Y la imagen final, la que concluye intrigas:
Diógenes El Cínico, que detestaba a las mujeres, habiendo visto una vez a varias mujeres ahorcadas en un olivo, dijo: «¡Ojalá todos los árboles tuvieran semejantes frutos!»