Reflexiones
Quisiera hacerme silencio en esta noche tardía, donde la espesura del pensamiento se me hace un campo blanco de nieve intacta, pura. Las horas y los días se suceden en una loca vorágine y mi alma se silencia en las esquinas para no ser vista ni tocada, ni arrebatada de mi cuerpo, más allá de una lógica consecuencia.
Por fin retomé mi bicicleta, esa que me lleva a ver la vida de una forma distinta. Siempre prometo que haré el esfuerzo y seguiré pedaleando en invierno, pero soy tan débil, una vez más la dejé quieta y dormida por un par de meses hasta que la primavera asome nuevamente.
Este fin de semana despertó y yo con ella. La música me llevaba por sensaciones placenteras mientas el viento enfriaba mi cara, las calles comenzaron lentamente a cambiar y el mundo se me deshizo ante mis ojos, las cosas se hicieron menos tangibles, las personas más etéreas, la naturaleza más viva, tanto, que de pronto me di cuenta de lo rápido que he caminado este último tiempo, de cómo la vida nos va tragando en su mundo ilusorio, como nos convertimos en marionetas de una sociedad consumista e implacable. Aminoré mi pedaleo, una señora de edad avanzada caminaba a unos metros de distancia, llevaba bolsas en ambas manos, las flores se asomaban por los bordes respirando y aleteando, tal vez conversaban de cómo sería su nueva casa, de la tierra, si la música sería la adecuada para que puedan crecer más bellas, mmm…, cosas de plantas. Pasé despacio por su lado, tal vez quería respirar su quietud y su silencio, su experiencia, su soledad. Iba sola. Más allá divisé sobre una cerca de fierro un hermoso pájaro, pequeño, negro, ¡vivo!…, no se que especie era pero estaba tan quieto y altivo, no se movió cuando me detuve a su lado, lo miré suplicante, no sé que esperé de él, tal vez que me mirara y me dijera que en la quietud hay tanto que ver. No se inmuto. Tuve que seguir, la señora quería pasarnos.
Yo también ando en bicicleta, y juro que nunca he visto tantas cosas. Cuéntame tu secreto.A mi el esfuerzo me concentra, me aisla,y al cabo de un rato ya no veo nada , ya no pienso nada, y eso me gusta.
Jusito, si yo te contara todas las cosas que veo o mejor dicho, ya que siempre están, que les presto atención. En ese paseo, además me detuve a besar a un perrito bebe que estaba en la acera de una casa, no sabes lo rico que olía y sus ojitos de aceituna como me miraban, despues casi me atropellaron por estar pajareando mientras escuchaba mi música, luego una abeja se me paró en el cuello y tire la bicicleta lejos, igual me pico pero la perdone la pobre se murio al segundo. En fin…, hay tanto que ver, sólo tenemos q querer ver.
Un abrazo. 🙂
Te envidio Patricia pues hace mucho tiempo que no cojo una bicicleta, no por ganas, pero lo que más echo de menos es esa observación de la naturaleza que tanto me llena, qué espléndido día tuviste querida amiga.
Te abrazo
¡¡¡PATRICIA!!!! ¡Gracias! Gracias por esta rapidísima y zumbante historia. Me encanta porque es encantadora. 😀
Yo no monto una bici desde hace más de 15 años ¡horror! pero recuerdo a la perfección las sensaciones. Sin embargo, con excepción de esta semana y la anterior (que han sido bellas y horribles al mismo tiempo), soy bastante disciplinada con mis caminatas. Casi siempre voy sola, me gusta así. A veces me voy con Karen al parque y tomamos fotos. Y, bueno, en una de esas, tuve una experiencia increíble cuando venía el Huracán Ike, hace unos 10 días. Algo impresionante me pasó. Y dije: Voy a escribir sobre eso. Y puedes creer que se me olvidó por completo?!?!?! Yo sabía que tenía que escribir algo relativo a las caminatas, y nada, borrado, blanco total. Hasta este momento en que acabo de leer lo que tú escribiste. Por eso te agradezco doblemente el post. Por precioso, por vivo, por fresco y perfumado y por devolverme un pedazo de memoria que se me había quedado enredado como un pequeño volantín en unas altas ramas.