PAUL VERLAINE: A LAS PUERTAS DE LA ESCUELA SIMBOLISTA.
Siguiendo con la serie de articulos de los poetas malditos traemos a los de la escuela simbolista.
PAUL VERLAINE: A LAS PUERTAS DE LA ESCUELA SIMBOLISTA. (Leticia Collazo)
Verlaine es sin duda el Simbolismo en práctica. Poeta clave, definió en su arte poética:
» …el verso debe ser antes que nada música ; una armonía de sonidos que hace soñar (…) la arquitectura sólida del poema, la elocuencia y el orden romántico o parnasiano resultan inútiles para traducir lo impreciso, el matiz, las sugestiones, las leves sensaciones(…). Con un plan incierto, palabras vagas, grupos de sonidos inesperados y evocadores, se podría despertar la sensibilidad del lector y transferir en ella parte de la sensibilidad del poeta»
No encontramos mejor definición del Simbolismo que ésta. Contiene todos los fundamentos teóricos de la escuela del ’85. La poética de Baudelaire, la pintura Impresionista, la música de Wagner son el preludio de la poesía simbolista de Verlaine.
Ante todo es una naturaleza muy compleja y refinada. Nadie fue menos teórico que él menos «alquimista» según Raymond. Condujo hasta la perfección el lirismo íntimo y sentimental de estilo lamartiniano y halló ese tono de poesía hablada: plegaria y confidencia, deseo y efusión. El contorno de voz sutil termina siempre borrándose en una melodía encantadora. Lo que dicha poesía evoca es la Música de la alegría o del sufrimiento cotidiano, la vida desnuda de artificios. Su poesía no supone un progreso ni un fracaso en esa búsqueda de absoluto que parece caracterizar a la poesía francesa del fin de siglo XIX; paga ese precio por su cierta ingenuidad y ese equilibrio entre las llamadas del inconsciente y la inteligencia sensible del poeta: el poder de conferir existencia a los estados interiores más evanescentes.
Si como dice G. Ungaretti «El don de la poesía del siglo XIX es una esperanza de pureza insaciada», Verlaine encarna esa pureza de lo espiritual a lo lingüístico.
Uno de los méritos de los simbolistas, poetas del alma, es haberse interesado tras los románticos en las formas artísticas llamadas primitivas, y haber intentado resucitar el espíritu de las creaciones populares. Composiciones breves; ritmos cortos sentimentalismo tierno y melancólico que recuerda a Nerval, y a Heine. Aprehender lo evanescente captar en los símbolos del lenguaje ( lo cual ya entraña una amarga pobreza) la música, y el hombre como ser espiritual: ese es el aporte de Verlaine a los Simbolistas y a la Poesía.
Aunque sus POEMAS SATURNIANOS de 1866 se hallan dentro de la corriente Parnasiana, la poesía de Verlaine va consolidándose simbolista hacia FIESTAS GALANTES y ROMANZAS SIN PALABRAS de 1874 y CORDURA de 1881: aquí la confidencia sentimental se convierte en el eje de la elaboración poética. Creó en ellos un melancólico ambiente musical para comunicar un mundo de vagas ensoñaciones.
Entendemos en este enfoque que Verlaine es un poeta gestor del Simbolismo en su preocupación por:
-aislar y liberar los efectos puramente musicales de la frase poética;
-por intensificar al máximo la posibilidad de sugerir asociaciones sensibles de la metáfora; y también por
-colorear sutilmente escenas naturales con los matices de la emoción interior evitando siempre la crudeza y lo descriptivo: …»nada más grato que la canción gris».
Hemos elegido algunos aspectos de su obra que nos parecen notables a la hora de incluirlo en la Escuela Simbolista como un verdadero artífice del modo de ser y escribir del movimiento: si Baudelaire con Harmonie du soir, y Correspondances anticipa la estética simbolista; si Ducasse con «Les chants de Maldoror» defenestra la moral burguesa y libera a la forma poética, para abogar por la esperanza y la limpidez del verso en sus «Poesías»; Verlaine en » Poemas Saturnianos» y «Romances sin palabras» se perfila como un integrante crucial de la Escuela.
Como ejemplo de este culto del matiz y de lo sutil elegimos el poema «Canción de Otoño», porque de querer ver a Verlaine como el poeta del matiz y lo melancólico, el Otoño es el símbolo que más lo representa., junto al violín y flor. Aparece la en este poema una marcada subjetividad y desde su título anuncia la importancia crucial de la música en la composición poética simbolista.
Percibimos el sollozo melancólico que empapará buena parte de sus páginas, pero es la plasmación de las analogías entre el Macro cosmos -«Otoño», el Micro cosmos – espíritu y la Música lo que consideramos estupendo en este poema .No había en Baudelaire esta melancolía, esta íntima unidad entre la nota musical y el acorde afectivo. La agrupación de sonidos en francés podrá apreciarse exquisita, sugeridora del vaivén afectivo, de la caída lenta de las hojas y la nostalgia del poeta.
El otoño es una canción triste que empaña el alma del hablante. El hombre no es más que una hoja muerta que el viento arrastra. Desde el punto de vista estilístico aparece el verso «corto» que declarará preferir Verlaine en su ART POETIQUE, así como las aliteraciones o la «música de las ideas».
En «Mandolina» el clima continúa siendo de ensoñación vaga y difusa y la primacía de lo musical lo logra Verlaine a partir de la objetivación con el instrumento musical: hay tenues matices de grises y rosas y el hincapié en la eficacia del verso corto como vehículo expresivo. Los instrumentos de cuerda, como la mandolina y el violín funcionan como correlatos objetivos de la espiritualidad del poeta. El clima italianizante desnaturaliza un poco el vago simbolismo incipiente en el texto, hay reminiscencias de Watteau, pero se logra el clima sutil.
Además aparece como isotopía semántica en la poesía de Verlaine, la Brisa y el Azul, como ya veremos, que anticipan la poesía de Mallarmé.
Pero llegando al período más cruel de su vida, sus amores de fuego y viento con Rimbaud, Verlaine entroncará en un misticismo católico que lo separa de toda la galantería e imaginería parnasiana: 1873, año clave, 1881, SAGRESE.
Compuesto en 1874 ART POETIQUE fue considerado un verdadero Manifiesto simbolista y plantea su concepción última de la poesía:
«De la musique avant toutte chose
et pour cela prefer l’impar»
Quizás sea la clave de la poesía moderna: cierra y abre un nuevo estilo : se desdibuja la poesía «decriptiva» y se inicia la poesía de lo «sonoro». Composiciones más vagas e imprecisas y por lo tanto más riesgosas, más proyectadas al Azul, al infinito.
Texto símbolo y no sólo sígnico, profesión de fe en los sonidos, en las asociaciones de palabras. El verso más vago y más liviano que las mismas palabras.
A. Balakián opina que los términos «luna», «viento», «nieve», «grajos», «lluvia», son sustantivos tan usados por Verlaine que luego se convertirán en el vocabulario predilecto de los Simbolistas. Verlaine además introduce el «sentido» de la muerte el temblor de lo efímero el olor de la decadencia, como lo sugiere en el poema «La angustia».
«Poemas Saturnianos » se inicia con un Prólogo de lo más elocuente que hemos elegido como modo de evidenciar los aspectos simbolistas en esta temprana poesía.
…»leer en el cielo tanto las dichas como los desastres y que cada alma estaba unida a uno de los astros»; ya aquí hay una actitud del poeta descifrador a lo Baudelaire pero que se transforma en un sentido místico que será el que anuncie a Mallarmé. Leer en las estrellas (tarea de «sabios») es entrever esferas superiores. Hay una veta neoplatónica impresionante, relacionar cada alma con algo celeste es establecer una correspondencia entre lo inmanente y lo trascendente. Es Swedenberg; es Simbolismo.
Aparece en este prólogo tan empapado de lirismo además la poética de la nocturnidad que instala en la poesía de fin de siglo ese «… misterio nocturno». Dirá en el mismo Prólogo: «…aquellos nacidos bajo el signo de Saturno (…) fiero planeta de imaginación inquieta y débil en ellos anula el esfuerzo de la razón «.
Ya está: se echa por tierra en pleno Parnasianismo el nuevo empuje de la Razón y la impersonalidad que volvían a las letras francesas .
Hay una serie de comparaciones sumamente poéticas sugeridoras de ardores que empiezan a perfilarse poco a poco, no sólo en la obra sino en la propia vida de Verlaine: «la sangre sutil como un veneno raro y ardiente como la lava…» pero es en el sentido del Mourir, de la incipiente Decadence del poete maudit lo que impacta acá: «Y así los sabios saturnianos deben sufrir y así morir…». Añadió algunas notas al concepto de decadente: la decadencia es «el arte de morir en Belleza». Decadencia en el sentido Simbolista es el estado de espíritu del poeta hechizado por la crueldad del Tiempo y la inminencia de la Muerte. Además con LES POETES MAUDITES introduce la idea del maldito ya cuajada en Baudelaire y Lautréamont, pero aplicada ahora al intelectual simbolista: Corbiére, Rimbaud y Mallarmé.
El final es implacable: el sentido trágico de la existencia humana, la orfandad metafísica que late, aunque no sea totalmente perceptible aún, la filiación fatídica de aquel «sabio alquimista» ya se siente.
El hombre está encerrado en la lógica de su predestinación : le queda la disidencia o la muerte.
¿Qué valor simbólico tiene lo «saturniano»? Saturno se identifica a Cronos en la mitología romana se supone que funda el pueblo del Lacio, enseñándoles además el cultivo y la siega de la vid. La hoz o la podadera son metonimias del Dios.
Los saturnales eran los días consagrados al culto y se realizaban fiestas licenciosas en las que la inversión del orden social era la clave: el esclavo era servido por el amo. Es el llamamiento al caos, porque hay una desesperada invocación a la salida del Tiempo. El sacrificio se entiende así como única fuente de creación y renovación. Saturno simboliza el Tiempo: el hambre devoradora de la vida que consume todas sus creaciones. La insuficiencia mística de cualquier existencia inmersa en el tiempo. Saturno es símbolo de actividad de dinamismo lento e implacable, y por ello se dice que devora a sus hijos. (Goya quizás lo plasmó en toda su dimensión).
Verlaine tituló así su poemario porque traspone los altibajos del alma en impresiones y sensaciones paisajísticas nostálgicas y refinadas. El extenso prólogo nos parece ya una profesión de fe de la concepción simbolista del Arte y del poeta en el sentido en que Mallarmé lo concebirá: «…grupo de cantores vestidos de blanco y de relumbres de apoteosis(…) en su frente el inacabado sueño de los dioses. El mundo turbado por su palabra profunda los exila. A su vez ellos exilan al mundo.»
El poeta que ve las verdades que se ilumina de las Ideas puras no tiene lugar en el mundo, y el exilio puede volverse voluntario. El «torremarfilismo» que cantara Rubén Darío «Poetas, torres de Dios!», y que el mismo Mallarmé encarna en su hermetismo poético, están aquí. Un poeta sacerdote que parece inmaculado e inmunizado del mundanal ruido. Resuena el Rubén de «Palabras Liminares» : «(A través de los fuegos divinos de las vidrieras historiadas me río del viento que sopla afuera, del mal que pasa)».
«¡El amor de lo bello esa es la fe del poeta<
el Azul su estandarte y el Ideal su ley ! «.
Aparecen símbolos muy valiosos para la imaginería del grupo de 1885: el Azul y el poeta inmaculado, la aspiración a la Belleza suprasensible. Si bien se respiran aires parnasianos, creemos que el Simbolismo se inicia con estos conceptos. Si la búsqueda de lo Bello puede concebirse como fe, debe transformarse en algo trascendente, no explicable por la lógica, no accesible a todos sino a quienes pueden y desean de veras encontrarlo. El Azul es el indudable símbolo del misterio y del infinito, del Arte según Hugo, que se transforme en estandarte es porque será lema o distintivo que señale al poeta simbolista, que a su vez integra una escuela o corporación: la Escuela parisina de los simbolistas reunidos en la Rue de Rome de la casa de Mallarmé.
Tomado de: http://www.ucm.es/info/especulo/numero21/malditos.html
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