Cuando llega el frío todo se hace más estático los sonidos se congelan y las miradas parecieran que pierden el brillo que siempre arrastran en los días felices. Es ese frío con el que se abriga el pobre.
Luego, todo vuelve al orden, las cajas de cartón se levantan, esas que sirvieron de camas, deben quemarse para abrigar la esperanza que se muestra en las manos y poder seguir un día más, mágicamente sus rostros comienzan a gesticular, como si volvieran a sobrevivir.
Como duele el frío en los dedos de la pobreza.