Laguna verde y la navidad
Navidad en Laguna verde
Hace un mes por fin y después de mucho buscar encontré la cabaña que deseé por mucho tiempo. La compré, está perdida entre la espesura y soledad de un bosque y con una hermosa vista al océano que viste nuestra angosta tierra. Por alguna razón, de esas razones que últimamente no tienen mucho argumento en mí ya que todo está cambiando, decidí que lo mejor era pasar una navidad lejos de todo y todos, quería estar sola, el separarme de mis hijos perturbaba mi mundo emocional, pero al mismo tiempo sé que ellos son individuos libres, libres de mí y de sus apegos, materialismos y de las amarras que la mayoría forja a su alrededor. Así que acá estoy, ya pasó la “noche buena” y para mí fue una maravillosa noche. Una navidad diferente a cualquiera anterior, especial y única.
Este lugar ha sido el mejor regalo de navidad y de vida que ha podido llegar, amo la soledad, el silencio y acá está plagado de eso. Amo la naturaleza cuando revienta gajo a gajo a mi alrededor en todas sus magníficas formas, la tierra forjando la piel del silencioso palpitar de este magnífico y vivo planeta (tanto como no logramos siquiera imaginar), el cielo en sus noches limpias, como anoche, noche buena. Me abrigué y quedé por largo rato en cómplice dialogo con cada una de las miles de estrellas que disputaban ser la más brillante, la más locuaz, la más viva. Las estrellas fugaces pasaban por montones, tanto así que se me agotaron los deseos.
Durante todo el fin de semana una enorme águila surcó mi cielo, cerré los ojos e hice un ejercicio que me enseñaron en una antigua escuela. “Metete en el alma del animal que elijas, si el acepta, podrás ver a través de él”, y fui por un instante águila, un enorme, vieja y soberbia águila. Tal vez como soy yo, vieja, viejísima, soberbia, todavía…, y enorme, eso sólo en comprensión. Caminé por los tantos senderos del bosque, respiré los miles de pinos y sentí sus raíces como se unían en una malla invisible a toda la circunferencia de la tierra, Dios, cómo es de viva esta tierra, tan viva como yo, más viva que yo, tan viva que vive fiera en mí.
La verdad, es que comprendí muchas cosas en esta hermosa navidad.
Las oportunidades están abiertas para los que tengan ojos, para despertar a la vida y lo esencial que ella contiene, ojala todos pudieran ver esa maravillosa y esencial verdad.
Feliz navidad, Feliz despertar.
Patricia, me gusta mucho tu literatura, me identifico en casi todo lo que escribes, especialmente por
buscar esos momentos de soledad y quietud, tambien por la conexion con toda la vida que fluye alrededor
nuestro, en mi ciudad no tenemos bosques, pero tenemos cerros y praderas, yo paso mucho tiempo alli
buscando justamente eso, sintonizarme con esa conciencia hasta el punto de olvidarme de mi persona y lograr
fluir al unisono con los arboles y el viento, es hermoso, para mi es una terapia energetica ir alli, porque soy muy nervioso e inquieto en la ciudad y en la rutina.
Muy bueno tu blog, tiene una sensibilidad muy especial. Un saludo ! 😀
Me alegro que te guste parte de mi palabra, eso le da un significado Martín. En cuanto a la busqueda de soledad, creo que es indispensable en cualquier ser humano que busque algo, cualquier cosa, y si esa «cosa» es un sentido, un propósito a la vida, con mayor razón.
Es un agrado verte por acá y gracias por darte el tiempo de dejar unas letras. Un abrazo. 😉
la soledad suele ser nuestra mejor compañia ,entonces navidad fue compartida entre tu y la
soledad ,
un abrazo ernesto
Muy bueno saber que tu sueño se cumplió, un lugar que seguramente tiene vibraciones para percibir en todo momento. Te leí el día que publicaste este post y me dio mucha felicidad saber de ti y de tu lugar…
Un beso para ti «amiga»…
C.
Querido Ernesto, en realidad fue una navidad hermosa y deseada. Un cariñoso saludo para ti.