La desigualdad, la pobreza.
El pestañeo de mis ojos aumenta ante la terrible y cruel desigualdad que domina el mundo, y ese pestañeo me causa dolor. Me causa un profundo y podrido dolor. Aclaro, no me molesta la riqueza, por el contrario, me siento feliz por ver gente adinerada con ojos de alegría, me gusta ver a la gente feliz. La vida siempre es más fácil con un poco más de dinero, no digo que haga la felicidad pero como dice el dicho, por Dios que ayuda. Yo lo disfruto cuando está, no lo lamento cuando se aleja. (Si ponemos atención veremos que todo se mueve tan cíclicamente, con un ritmo casi imperceptible)
Sin embargo lo que sí me molesta es ver el hambre en la cara de un niño, eso me pone de mal humor. Observar el rostro de un anciano pidiendo dinero en un semáforo y ver tantos rostros indolentes en sus autos lujosos, eso, eso me desagrada. Ver a un hombre de igual edad que el anciano mover la cabeza con desprecio, eso me provoca nauseas, ¿no se da cuenta que podría ser él? No hablo de un borracho ni de un hombre joven que podría estar trabajando, ¡hablo de un simple y miserable anciano!. Ese viejo ya debería tener un descanso, ¿no lo creen?, estar en un «hogar», en una cama abrigada, con un plato de sopa caliente, pero NO, ESTA PARADO EN UNA CALLE FRIA, CON SU ROSTRO ARRUGADO DE VEJEZ Y DESALIENTO, PIDIENDO UNA MONEDA PARA TAL VEZ, COMPRAR UN PEDAZO DE PAN. TAL VEZ ENFERMO, CON POCO ABRIGO, CON LOS ZAPATOS ROTOS.
Un perro pequeñito, tal vez dos meses está en la esquina, ¡como si fuera la guinda de la torta!, percibo sus ojitos casi vacíos, si, así se ponen los ojos cuando se pierde la esperanza, ¿se habían dado cuenta de eso verdad?, ¿han detenido sus pasos ante esa escena?, cuando muere la esperanza….
Muchos de nosotros llegamosa una casa calefaccionada, con la mesa servida y la comida humeando, cuando pienso en la pobreza y miro eso, me cuestra respirar y pienso, ¿qué puedo hacer?, busco respuestas. No las encuentro, solo más imágenes dolorosas y una desigualdad que quiebra el silencio y descose mi paz.
Dejo esta entrevista que me pareció por demás interesante, espero les guste y tal vez, tal vez mañana, cuando vean a un viejo, a un perro o a un niño con los ojos vacíos, tal vez, se acuerden de mí y la mariposa comience a volar.
Amartya Sen y las mil caras de la pobreza
(Por Charo Quesada)
¿Qué es la pobreza? ¿Cómo se mide? ¿Quiénes son pobres? ¿Por qué? Amartya Sen, premio Nobel de Economía, ha dedicado su vida a estudiar cuestiones tan fundamentales para el desarrollo.
Definir y medir la pobreza y calcular el porcentaje de pobres de un país o de una región, no son sólo cuestión de números y promedios. En 1998, la Real Academia de Ciencias de Suecia premió al profesor Amartya Sen con el Nobel de Economía «por haber devuelto una dimensión ética al debate sobre problemas económicos vitales». Sen se había adentrado más allá de la teoría matemática para aplicar a la economía una visión social innovadora, más real y humana. El trabajo tenaz de muchos años le había ayudado a descubrir las múltiples dimensiones de la pobreza.
De acuerdo con Sen, la pobreza es un mundo complejo y complicado que requiere un análisis claro para descubrir todas sus dimensiones. «Los seres humanos somos fundamentalmente diversos», afirmaba recientemente el profesor en su intervención dentro de las actividades de la Red para la Reducción de la Pobreza de la que forma parte el Banco Interamericano de Desarrollo. «No se puede trazar una línea de pobreza y aplicarla a rajatabla a todo el mundo por igual, sin tener en cuenta las características y circunstancias personales».
Existen factores geográficos, biológicos y sociales que multiplican o disminuyen el impacto de los ingresos en cada individuo. Entre los más desfavorecidos hay elementos generalmente ausentes, como educación, acceso a la tierra, salud y longevidad, justicia, apoyo familiar y comunitario, créditos y otros recursos productivos, voz en las instituciones y acceso a las oportunidades.
Ser pobre, según Sen, no significa vivir por debajo de una línea imaginaria de pobreza, por ejemplo, un ingreso de $2 por día o menos. Ser pobre es tener un nivel de ingresos insuficiente para poder desarrollar determinadas funciones básicas, tomando en cuenta las circunstancias y requerimientos sociales del entorno, esto sin olvidar la interconexión de muchos factores.
Para buscar ejemplos, Sen visita una y otra vez al mundo de la mujer que, junto con las hambrunas y las libertades, ha sido su trabajo pionero dentro de la economía del desarrollo de los más pobres. Una mujer con más educación, explica, suele tener un trabajo mejor remunerado, mayor control sobre su fertilidad y mejor índice de salud para ella y sus hijos. Sen ha predicado desde hace muchos años que la imagen de la mujer como heroina relegada al sacrificio del hogar y la familia no la ha beneficiado en absoluto.
«Hay grandes disparidades en el nivel de libertades que hombres y mujeres disfrutan en distintas sociedades», según Sen. «Además de la disparidad (entre los dos sexos) en el nivel de ingresos o recursos, existen otras esferas de diferencias como la división de las tareas en el hogar, el nivel de educación recibida o el nivel de libertades que disfrutan los diferentes miembros de una misma familia». La manera en que un individuo debe presentarse y es aceptado en la sociedad -el vestido, la apariencia- limita y condiciona sus opciones económicas, un fenómeno que Sen califica como «vergüenza social».
Más que medir la pobreza por el nivel de ingresos que se perciben, Sen recomienda calcular lo que ese individuo puede lograr hacer con esos ingresos para desarrollarse, teniendo en cuenta que esos logros varían de un individuo a otro, de un lugar a otro.
No tendría explicación, de otra manera, la existencia de bolsas de pobreza en los países ricos entre gente de ingresos medios. Sin embargo, en los barrios marginados de EE UU, el bajo nivel de educación, los servicios precarios de salud, la falta de asistencia de servicios sociales y la amenaza del crimen violento, hacen que la calidad de vida (medida en longevidad, mortalidad infantil, salud, educación, seguridad) de personas de ingresos aceptables viviendo en una sociedad rica sea comparable, e incluso inferior, a la de muchos pobres del resto del mundo.
Sen nació en el estado hindú de Bengala Occidental. Su país y China le han servido de laboratorio para estudiar la economía de desarrollo. Hoy es profesor de la Universidad de Harvard y profesor del Trinity College de la Universidad de Cambridge. De su larga experiencia en las áreas de desarrollo y reducción de pobreza ha extraido un amplio repertorio de teorías y enseñanzas que cree aplicables a la región de América Latina y el Caribe.
«El análisis de la pobreza debe estar enfocado en las posibilidades que tiene un individuo de funcionar, más que en los resultados que obtiene de ese funcionamiento,» asegura Sen.
Otro de los logros de Amartya Sen fue dulcificar el impacto del desarrollo. Sen borró de un plumazo el camino regado de sangre, sudor y lágrimas que se le proponía a la masa pobre de los países subdesarrollados para alcanzar el progreso. La vieja teoría del sacrificio, según Sen, ha cedido su lugar a la del éxito individual, que Sen suscribe siempre que exista una trama de apoyo social y una auténtica democracia. Ésta es la explicación que Sen aplica a la grave crisis financiera y social del Sureste Asiático de 1998, una región donde el esfuerzo se había centrado en la producción y el éxito individual, pero donde faltaba una red de apoyo social y las libertades propias de una democracia.
Sen cree que la desigualdad es un problema con múltiples facetas, como la pobreza. Y a lo largo de una conversación tan cargada de tintes sociales, salió a relucir, inevitablemente, la globalización. Las protestas en contra de este fenómeno, asegura Sen, han inyectado vigor a un debate muy necesario sobre sus consecuencias. «La globalización no se puede rechazar de plano ni aceptar sin serias críticas», comentó, «Hay que preguntarse en qué proporción está beneficiando al mundo. Porque si la ecuación es 90 por ciento para los ricos y 10 por ciento para los pobres es una cosa, si la relación es 70-30 ó 60-40 es otra muy diferente.»
Muy interesante el contenido de esta entrada mi querida Patricia, la globalización como ya se veía venir y ya entendimos en su momento a grosso modo, implicaba más desigualdad y un gran crecimiento de la población con mayor riesgo de marginación social: o sea,mujeres divorciadas y con hijos, familias monoparentales, inmigrantes y ancianos y perritos claro,por quitar hierro al asunto. En el mundo y lo dicen los expertos en economía mundial por activa y por pasiva, hay riqueza y recursos suficientes para que nadie,absolutamente nadie pase hambre ni mucho menos muera de ello. Pero para conseguir esa igualdad tendríamos todos que prescindir de una gran cantidad de cosas que nos facilitan la vida aunque ni de lejos nos son indispensables. Pero sobretodo, los grandes que ahoran tienen el capital, que no son tantos, tendrían que dejar de tenerlo y a eso, no creo que se resignen si no es con oposición nuclear? plutonio y antes uranio,etc…la ambición humana mi querida Patricia,el ser humano y su naturaleza intrínseca,duro verdad?duro saber que todos somos responsables de este suicidio colectivo imparable.Una vez un profesor de zoología nos dijo en una de sus clases que el ser humano era el mayor depredador entre el mundo animal y por depredar se llegaba a depredar a sí mismo, que sino eso responde al por qué de estar como estamos.
Y ya cambiando de tercio y por alegrarnos con una sonrisa, te echábamos de menos el farero chichinero y yo en su última entrada en el faro 😉 un beso!
La pobreza…
a veces creemos que es algo lejano y no nos incumbe, pero basta un segundo para darnos cuenta que es NUESTRA REALIDAD y solo cerramos los ojos. Cerramos los ojos ante nuestra propia sociedad, ante nuestra verdad.
Por estos lados aún no se ven personas por las calles o plazas, sin embargo basta cruzar el canal de Chacao para encontrarse y toparse con ella de manera frontal. Cuando era pequeña me impactaba sobremanera cuando veía a un anciano buscando pan en los basureros y le decía a mamá por qué no lo llevabamos con nosotros. Mi madre me decía que no se podía, que no había mucho que hacer y hoy todavia me pregunto dónde quedó esa parte de mi… esa que creía que SI SE PODÍA HACER ALGO.
Un saludo y un gusto visitarla nuevamente.
La madre que le dice a su hija que no pueden llevarse al anciano a su casa seguro que no es una mala persona.
El día en que desentrañemos el mecanismo que permite decir a esa madre lo que dice y olvidarse del anciano en pocos segundos nos estaremos acercando a la solución del problema.
El ser humano es capaz de ver el telediario y llorar compungido anta la visión de la miseria y la desigualdad mientras come pavo asado, lleva puestas ropas hechas por esclavos en la otra esquina del mundo y siente como necesidades de primer orden tener tres televisiones, dos coches y un rascador de espalda bañado en oro.
Repetir incesantemente:»No podemos hacer nada»,es como repetir un mantra diseñado para adormecer nuestras conciencias.
Dejar todo en manos de gobiernos e instituciones en las que no creemos y que pasamos la vida criticando es una muestra de cinismo e hipocresía.
Rechazar a los emigrantes que acuciados por la necesidad llegan a los países ricos en busca de oportunidades es malo, aprovecharse de ellos, contratarlos ilegalmente, pagarles menos de lo debido y echarles la culpa de todos los delitos es un ejemplo de perversidad.
Respetar culturas donde se margina a la mujer como si fuera un ser carente de dignidad por el mero hecho de ser culturas antiguas no es sino un síntoma de profunda ignorancia.
Confiar en la bondad esencial del ser humano, cuando es capaz de permitir que sucedan cosas como estas es dificil.
Hay que intentarlo, pero cuesta.
…
Tal vez no seamos malos, pero en muchas ocasiones actuamos con ignorancia, cinismo, hipocresía y perversión.
Dormir las conciencias es el gran exito del mundo económicamente desarrollado, despertarlas es misión de todos.Entre ellos Amartya Sen y eso es lo que hace.
Amigos, lamento la demora en venir, pero ya saben…, este tema es uno de los que me he propuesto tocar en forma reiterada en este blog.
Como dicen tan acertadamente, el mundo esta caminando en una forma terriblemente desequilibrada y eso duele, duele porque a veces nos sentimos impotentes, somos apenas unas hormigas con una gran carga.
Creo que al menos cuando tomamos consciencia y comprendemos una realidad, ya vamos un paso adelante, debemos tener un trato justo con los que tienen menos recursos, como dices Jus, debemos traspasar esa claridad a nuestros pares, a nuestras familias, tù Nelly eres joven y es tu deber entregar parte de tu palabra a ese propòsito, tienes toda la vida por delante para hacer una gran labor!!
disfruta esa consciencia que se esta abriendo en ti.
Yo no hago mucho, no puedo hacer mucho, pero me he dado cuenta que con cada pequeña acción mis pares cambian de actitud, se humanizan un poco más, trato de crear consciencia en aquellos que tienen menos para que APRENDAN a luchar por algo mejor, «adopto» a todo ser que me rodea, muchas veces sin que se den cuenta y los ayudo, les trato de dar las herramientas necesarias para poder caminar. En fin, hay mucho que uno puede hacer desde nuestros pequeños universos, y esos pocos movimientos generan otros mayores.
Gracias por su valiosa opinión, realmente he disfrutado leyendo sus interesantes y nutridos comentarios.
Un abrazo cariñoso a cada uno de Uds. que sè, están moviendo su universo, mi alma lo intuye sin verlos, solo sintiéndolos.
🙂