Vivir sin tiempo


A pesar del silencio, las palabras siguen bailando en mis dedos como pájaros infatigables. Las búsquedas se han transformado en algo difícil de explicar, ya no hay qué buscar, sólo ser en un estado sin tiempo. ¿Un infinito silencio?.

Estar en cada cosa que observas, la que tocas, la que te mira. Ir tan lejos y tan hondo, donde todo desaparece hasta perderte de ti misma. Nadando en un espacio fin forma, sin luz, sin oscuridad, sin palabra. Sin ruido

Estoy sumergida, como en otros tiempos, en la comida, me gusta estar sola en mi cocina, tal vez con algo de música, de esa quieta, la que me gusta, la que me lleva…, la que me abre puertas. Me propongo descubrir nuevas texturas y sabores con lo de siempre, nada que tenga ojos, nada que pueda gritar.

Los colores y aromas comienzan a afinarse, mezclo, pico, sazono. Amaso, me encanta amasar. El vapor sale del horno o cacerolas, me impregno las manos y ojos con todo lo que tienen que decir, entregar. Escucho lo que me dicen, la mayor parte del tiempo compongo canciones con sus voces claras. Bailamos juntos.

La tierra también me habla, invento jardines con rocas graciosas, me duele la espalda. Trato de ignorar el dolor, pero me grita para que lo escuche. Las plantas me murmuran secretos de la tierra, pasa una pequeña serpiente, cree que no la veo, dejo que lo crea. A lo lejos salen unos de esos ratones (cururos) que crean mundos subterráneos en la tierra. Cuando logras verlos te quedas quieta, muy quieta para apreciarlos, para que sigan en su carrera vertiginosa de escarbar la tierra. Mueven con rapidez sus pequeñas cabezas alegres con ojillos minúsculos y dientes afilados. Tiran tierra, se mueven en círculo y se zambullen nuevamente en su oscuro universo. Los pájaros están cerca, al acecho por si sale volando algún gusanillo despistado. Todos festejan, todos viven pensando que son los más importantes, que los demás son un complemento de su universo. Así como nosotros, creo…

La vida y los días se hacen amigos, cada uno tejiendo la realidad que crea nuestra energía. Las infinitas realidades que creamos con cada movimiento, donde enfocamos la atención. Donde muere nuestro silencio.

Me arrebata el alma cuando el árbol suspira mi latido

Me arrebata el alma el silencio de la hoja, que no cesa su baile jamás.

La sequedad de la tierra, me arrebata el alma.

Pero más que nada, me arrebata el alma cuando me veo a mí misma

desapareciendo en lo que SOY.

2 pensamientos en “Vivir sin tiempo

  1. Se extrañaban sus líneas.
    Nuevamente la saludo. A usted, la que envuelve de una forma calmosa cada historia que presenta a nosotros sus lectores. Conforme avanzamos en su recorrido hacemos una pausa, tan así, tan de usted, tan de la forma en la que la tierra nos mira, de la misma forma que el aire entra por nuestros huecos y saciamos de la vida a este cuerpo que se desvanecerá algún día, quizás como Ud. dice, no cuando muera, sino cuando la energía de la esencia salga del objeto terrenal que tenemos como cuerpo.
    Su sentir es hoy más existencialista, espaciosa, acompasada con las criaturas que deambulan por la tierra en busca de qué, ¡No lo sé!, o no lo sabemos. Son tan infinitas tantas posibilidades que nos quedaríamos cortos ahondar en ciertas cosas que no son más que parte de un todo.
    Hoy se siente su voz sosegada, alejada de la inmundicia citadina, de la esclavitud de las nuevas formas de comunicación y se nota que en su estancia fuera de ella le reditúa una tranquilidad que comparte y se le agradece.
    Gracias, muchas gracias por compartir parte de su sentir, eso habla de una generosidad que se ha ido poco a poco diluyendo hasta casi desaparecer.
    Le mando un abrazo fraterno, su amigo el Enamorado de la vida, Edgar Landa Hernández.

  2. Hola, que agradable es leer lo que escribes, me gusta mucho. Tus lineas crea algo nuevo en mi, dije algo? No, mas bien crean Universos, mi corazón late y me lleno de todas las emociones con que vienen cargadas tus palabras. Gracias por existir.

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