Delmira Agustini


Delmira Agustini
(Uruguay, 1886-1914)
Agustini
  Escritora uruguaya; su corta vida transcurrió en Montevideo, alterada, sobre todo, por los avatares y el final dramático de su peripecia sentimental: su pasión por Enrique Reyes, el matrimonio entre ambos, la separación, el divorcio y su asesinato a manos del antiguo marido, convertido ahora en amante. Eso no impidió a la Nena, ése era el apodo familiar, desarrollar una obra poética notable, que contó con la aprobación elogiosa de sus contemporáneos. En El libro blanco (Frágil) de 1907 era evidente su deuda con los gustos y el lenguaje del modernismo, aunque algunos poemas ya trataban de conseguir una expresión lírica original, más adecuada a sus apasionadas vivencias personales. La logró en Cantos de la mañana (1910), y en Los cálices vacíos (1913), donde su erotismo conjuga con acierto el sueño y la vigilia, la pasión exaltada y el pesimismo, los sentimientos del amor y de la muerte. Algunos poemas más se recogieron en sus Obras completas, editadas en 1924 en dos tomos: El rosario de Eros y Los astros del abismo.  ©

Su poesía tiene una belleza que deslumbra, de lenguaje claro, de sentimientos intensos, de vivencias que denotan una profunda espiritualidad. Espero les guste esto….

Delmira Agustini
Visión, de Los cálices vacíos» ¿Acaso fue en un marco de ilusión,
en el profundo espejo del deseo,
o fue divina y simplemente en vida
que yo te vi velar mi sueño la otra noche?
En mi alcoba agrandada de soledad y miedo,
taciturno a mi lado apareciste
como un hongo gigante, muerto y vivo,
brotado en los rincones de la noche
húmedos de silencio,
y engrasados de sombra y soledad.
Te inclinabas a mí supremamente,
como a la copa de cristal de un lago
sobre el mantel de fuego del desierto;
te inclinabas a mí, como un enfermo
de la vida a los opios infalibles
y a las vendas de piedra de la Muerte;
te inclinabas a mí como el creyente
a la oblea de cielo de la hostia…
gota de nieve con sabor de estrellas
que alimenta los lirios de la Carne,
chispa de Dios que estrella los espíritus.
Te inclinabas a mí como el gran sauce
de la Melancolía
a las hondas lagunas del silencio;
te inclinabas a mí
de mármol del Orgullo,
minada por un monstruo de tristeza,
a la hermana solemne de su sombra…
te inclinabas a mí como si fuera
mi cuerpo la inicial de tu destino
en la página oscura de mi lecho;
te inclinabas a mí como al milagro
de una ventana abierta al más allá

¡Y te inclinabas más que todo eso!

Y era mi mirada una culebra
apuntada entre zarzas de pestañas,
al cisne reverente de tu cuerpo.
Y era mi deseo una culebra
glisando entre los riscos de la sombra
¡a la estatua de lirios de tu cuerpo!

Tú te inclinabas más y más…y tanto,
y tanto te inclinaste,
que mis flores eróticas son dobles,
y mi estrella es más grande desde entonces.
Toda tu vida se imprimió en mi vida…

Yo esperaba suspensa el aletazo
del abrazo magnífico; un abrazo
de cuatro brazos que la gloria viste
de fiebre y de milagro, será un vuelo!
Y pueden ser los hechizados brazos
cuatro raíces de una raza nueva.

Y esperaba suspensa el aletazo
del abrazo magnífico…
¡y cuando
te abrí los ojos como un alma, y vi
que te hacías hacia atrás y te envolvías
en yo no sé qué pliegue inmenso de la sombra! »

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